Después de leer Los nombres de Feliza de Juan Gabriel Vásquez me quedé con dos certezas, la primera es que leer sobre mujeres interesantes en una época que no viví, es un orgullo y la segunda es que escribir, sin duda, es dejar memoria.

Juan Gabriel Vásquez nos narra en 275 páginas la vida de Feliza Bursztyn, una escultora colombiana que vivió en una época de revolución desde la comodidad que le daba la sociedad a la que pertenecía, pero que no le impidió tener sus propios dolores y carencias.
Cada línea leída me daba elementos para conocer a esta mujer. Me la imaginaba con su cigarro entre los dedos, hablando fuerte con palabras vulgares y carcajadas al finalizar cada frase. Compartí con ella su soledad en el taller, mientras creaba las esculturas que algunos aplaudían y otros odiaban. Sentí su dolor por tener que huir y empezar de cero en otro país. La defendí cuando quiso ser ella y no cumplir con lo que la sociedad le exigía. Defendió su felicidad por encima de su familia.
Conocer este personaje me hizo ver que cada uno vive los acontecimientos políticos de manera diferente. Ella, amaba la gente, como decía su esposo Pablo Leyva, pero eso no fue suficiente para encontrarse rodeada solo de unas pocas amistades cuando tuvo que huir de su país para evitar que la encerraran para siempre.
Nunca escuché hablar de Felizia, tampoco había leído nada sobre ella y Juan Gabriel me permitió descubrirla, así que busqué en internet sus esculturas, indagué sobre sus dos esposos y sus hijas y me encontré con un texto que escribió Gabriel García Márquez, amigo de Felizia, del que habla el autor en la obra, que comenzó así: “La escultora colombiana Feliza Bursztyn, exiliada en Francia, se murió de tristeza a las 10.15 de la noche del pasado viernes 8 de enero, en un restaurante de París.” (Aquí podrá leer el texto completo)
Conocer este personaje refuerza lo que siempre le dije a mis estudiantes, “escribir es dejar memoria”. Juan Gabriel demoró 28 años para publicarla, desde que tuvo la idea hasta este año que salió a la venta. Pasaron 43 años hasta que supe de su historia.
Que bien que se escriba sobre esas mujeres que dejaron huella en su época y que años después, sigamos sintiendo orgullo por ellas.