Come – Reza – Ama
Elizabeth Gilbert.
Elizabeth es la representación de millones de mujeres que se encuentran en la búsqueda constante de vivir con permanente felicidad.
De manera equivocada creemos que la felicidad depende de los otros, no solo de las personas, sino también de las cosas.
Este libro da pautas para conseguir la felicidad de una persona depresiva, quien constantemente esta luchando con su personalidad y con todo lo que le sucede a su alrededor.
Intentar sentirse cómodo con todo lo que nos rodea depende del trabajo que se realice con el manejo de los pensamientos. Somos dueños de lo que pensamos, y es en este escenario donde mandamos, donde nos vamos al pasado y pensamos en lo que podría suceder en el futuro, esto impide que vivamos el presente, el ahora, lo que nos está sucediendo y por ese motivo la tristeza o la angustia se apoderan de la mente, del cuerpo y permite que reaccionemos frente a eso. Una de las cosas por las que se debe trabajar es el control de los pensamientos y vivir el ahora.
El trabajo que tenemos como individuos es ser capitanes de los pensamientos. Saber controlarlos es un ejercicio que se debe hacer permanentemente. Permitir que las imágenes y hechos que nos llenan de felicidad se apoderen de nuestros pensamientos, nos invitan a llevar una armonía y una paz que nada podrá borrarla.
Pensar en uno no es cuestión de egoísmo. Si se esta tranquilo con su ser, permite que esto se contagie con las personas que están a nuestro lado, solo que esto puede confundir a los demás. Es decir, querer estar sola, viajar sola, comer sano, bailar, caminar y demás actividades en donde los demás no hagan parte de ese escenario, puede tomarse de una manera contradictoria a lo que realmente se quiere como individuo. Si bien, estamos rodeados de personas que nos aman, que se preocupan por lo que nos pueda pasar, también debemos pensar que si nosotros estamos mal, eso puede afectar de una u otra manera a quienes nos rodean.
Por eso la búsqueda de alejarse de todo y buscar la soledad, buscar un espacio en donde se encuentren cuerpo y alma y puedan volver a ser uno mismo. “la tristeza de la vida humana la producen las palabras, pero toda la alegría también. Las palabras las creamos para definir nuestra experiencia y esas palabras nos producen sentimientos anejos que brincan a nuestro alrededor como perros atados a una correa” por este motivo estar un tiempo en silencio le permite al ser encontrarse, escucharse y perdonarse, según la autora.
Para muchos, esto es asunto de locura, solo una persona que no tiene claro lo que quiere escapa y se esconde de la realidad en la que esta viviendo, pero si se mira desde la necesidad de mejorar y de lograr hacer mejor las cosas, es una oportunidad para encontrar personas que nos pueden ayudar a salir de ese hueco en el que se encuentra.
Conocer otras personas, con nuevas ideas, con otras costumbres, permite que aprendas nuevas cosas y que valores aun más a quienes te acompañan en tu diario vivir. Te llenas de nuevas energías.
Encontrar la manera de estar a gusto con lo que se es o mejor, con lo que se quiere ser, no todo el mundo lo ve. Esto lo logra el personaje, alejándose de su familia durante un año compartiendo en tres lugares que comienzan con la I: Italia, India, Indonesia.
No siento que deba alejarme durante un año para lograr conseguir esa estabilidad que a veces se pierde con la rutina y el día a día. Pero si considero que este libro me ayudó a pensar más en mi, y en lo que considero debo mejorar para ser una mejor persona, para dar felicidad y tener una felicidad constante en mi vida.
Es posible que la edad tenga que ver. Buscar el sentido de la vida, la razón por la que se está en este mundo, la misión que se le asignó, lo que se ha hecho hasta el momento, qué hace falta por hacer, qué no se puede hacer ya. Estas preguntas con seguridad en la juventud rondaron por la cabeza, pero se hacen más fuertes cuando la edad avanza.
Este libro enseña la importancia de la disciplina, la constancia en el encuentro con sí mismo. En escuchar pensamientos positivos. En amarse y aceptar los errores, aceptar los cambios y la necesidad de buscar siempre estar mejor.
Cuando se hace lo que se quiere, sin importar lo que piensen los demás, se logra un choque fuerte con quienes no están acostumbrados a verte así, pero es una ayuda necesaria para encontrar la felicidad, la paz interior.
Vivimos rodeados de muchas personas, tenemos familia, amigos, compañeros de trabajo, de estudio y conocidos y más familia; siempre estamos acompañados y pocas veces creemos que lo mejor que nos puede pasar es buscar espacios en silencio, para escucharnos, para analizar lo que estamos haciendo, para comprendernos, regañarnos y aceptarnos.
Compartir con otra persona su vida, se puede confundir con hacer su vida con la otra persona. Su vida es su vida, la otra persona, con la que se siente feliz, con la que tienen proyectos similares, con la que comparte algo de tu tiempo, es solo eso, una compañía y no puede tornarse su todo. Debe comprender que cada uno, cada ser de esta tierra, es responsable de lo que hace, de lo que decide y de cumplir sus sueños, nadie debe ser culpable de cumplir o no lo que se ha propuesto. Esa compañía debe apoyar, acompañar y animar a que el otro logre sus propósitos.
Finaliza con la palabra que la identifica: atraversiamo (crucemos al otro lado) Todos tenemos una palabra que nos representa, la mía es Mar…
¿Cuál es la tuya?
Imagen: Banco de imágenes de google.