Volamos por más de treinta minutos sobre Cundinamarca en un Piper PA-28. Aquí les cuento cómo lo hicimos, de pronto se animan a vivir esta experiencia.

Buscamos por Google en dónde se podía hacer un día de vuelo. Habíamos visto en Girardot hace más de dos años que allí ofrecían este servicio. Explicaban cómo funcionaba el avión y por supuesto la sensación de estar conduciendo tu propio vuelo.
Encontramos la página de aeroclubdecolombia.com – había más, pero nos gustó la información de la página y la comunicación con ellos por WhatsApp.
Cuando teníamos claro todo lo que preguntamos: Precio, tiempo de vuelo, día y hora disponibles, medio de pago y lugar donde se realizaría, aceptamos.
El precio depende del tiempo de vuelo y del tipo de avión que quiera manejar (estos precios fueron de diciembre de 2024):
Aeronaves Piper PA-28
- vuelo 60 minutos $1.150.000
- vuelo 45 minutos $980.000
- vuelo 30 minutos $665.000
Ultraliviano
- vuelo 60 minutos $932.000
- vuelo 45 minutos $695.000
- vuelo 30 minutos $480.000
No se hacen vuelos los domingos ni los festivos y con la persona que te atienda en el chat, deben revisar si hay disponibilidad en los días que quieran hacer el vuelo.
Ellos enviaron un link para hacer el pago digital. Fue rápido y seguro.
El día del vuelo
El día estaba despejado. Hacía frío, como siempre en Bogotá, pero no había señales de mal clima. Esto era importante porque llegamos dispuestos a cumplir la experiencia.
El lugar queda en Guaymaral, por la autopista norte, en Bogotá. El tráfico estaba bien y la cita era a las 9:00 a.m., sin embargo, nosotros llegamos a las 8:00 a.m. aunque el vuelo lo programamos a las 10:00 a.m.
En la portería nos pidieron nuestra identificación y nos dejaron parquear el carro gratis. Indicaron con amabilidad el lugar donde nos iban a atender. Salió Alejandra y con una sonrisa acogedora nos ofreció tinto y nos indicó dónde sentarnos, escogimos una de las varias mesas que tienen cubiertas con una malla en el techo, para proteger del candente sol, se veía campestre el lugar y quedaba justo frente a las oficinas administrativas.
Firmamos unos documentos de seguridad. Y nos dijeron que podíamos grabar, tomar fotografías y recorrer el lugar mientras preparaban la aeronave.
El lugar es pequeño, agradable, cuidadosamente organizado y limpio. Vimos estudiantes, profesores y solo dos parejas que también cumplirían con la experiencia de vuelo ese mismo día. Lo supimos, porque a los invitados nos pusieron un chaleco naranja.

El vuelo
El profesor que explicaría todo lo que se requiere para estar en el aire, saludó con cordialidad. Nos llevó al aeronave y explicó desde la manera de ingresar, el uso de los audífonos, hasta la manera de salir. Esto era lo básico, luego comenzó con la explicación más técnica y las recomendaciones que debíamos tener por si sucedía algo imprevisto durante el vuelo.
La comunicación es importante, por eso se debe garantizar que los audífonos funcionen, esa es la única manera que uno sabe qué esta pasando desde la cabina de control del aeropuerto, hasta la misma conversación de nosotros durante el vuelo.
El cielo estaba azul, con algunas nubes. Volamos sobre Chía y llegamos a Zipaquirá. El profesor todo el tiempo estaba comunicando coordenadas, datos de altura, motor, temperatura y permitió que se usara el control para guiar al aeronave por la ruta correcta. Todo el tiempo explicó lo que debía hacer y cómo responder a las situaciones.
Nos ubicaba en el lugar que sobrevolábamos y nos contó que le gustaba montar bicicleta. El aterrizaje fue suave, casi no se sintió y esperábamos que fuera impactante las ruedas con el piso al descenso, pero no fue así, el profesor hizo una llegada sutil.
Cumplimos con el protocolo de bajada, y le agradecimos por la experiencia.
Por supuesto que lo recomendamos, ojalá lectora, lector, se animen a realizar o regalar esta experiencia de vuelo.

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En @dianasochacuenta (Instagram y TikTok) puedes disfrutar de esta experiencia, desde fotos hasta videos.