Salí de una consulta médica (hace un año no visitaba este lugar) me formularon dos cajas de pastillas y un inhalador, solo iba por esas tres cosas y después de una hora y media de espera, me fui con las manos vacías y ni siquiera el turno que me asignaron daba luces de llegar.

“Hace unos años, recuerdo que uno destinaba una hora para esperar a que le entregaran los medicamentos y me los daban todos, ahora tengo que venir dos, tres o más veces para ver si el medicamento ya llegó” Me dice un señora con tapabocas, no más de cincuenta años, con voz resignada.
Famisanar, la EPS en donde estoy afiliada, ahora no tiene como gestor farmacéutico a Colsubsidio, desde el primero de agosto de este año comenzó a trabajar con Ramédicas en Bogotá, Discolmets en Tunja, Chiquinquirá y Paipa, Marcazalud en Cundinamarca y Tolima y por último Sikuany en Villavicencio. Este cambio ha tenido muchos problemas, supongo que mientras nos adaptamos.
No es posible que las personas tengan que soportar largas horas de espera para ser atendidas, en un espacio diminuto.
Antes, me cuentan algunas personas, daban ficha para la atención y si usted llegaba cuando habían repartido, no podía reclamar nada ese día. Ahora están con el digi-turno, pero un señor me dijo a la una de la tarde, que ya casi pasaba su turno, lo había tomado a las siete de la mañana.
¡Cómo es posible esto! Todo un día para ser atendido y con el riesgo de que no estén los medicamentos.

“La atención aquí en Santa Bárbara es mucho mejor que en Toberín, allá nadie le habla a uno, no responde preguntas, tiene uno que hacer la fila y cuando llega a la ventanilla escucha la negativa, sus medicamentos no los hay”, me dice una señora de unos setenta años. Esta feliz porque le entregó la fórmula a un joven que atiende allí, y él le aseguró que su medicamento ya estaba, es decir que ya podía pedir el turno.
Después de hablar con la gente que esperaba de pie o sentada en las pocas sillas que habían y al ver que faltaban cien personas para que me atendieran, tomé la decisión de ir a una farmacia y comprar mi medicamento, siguiendo el consejo de un señor de más o menos sesenta años que me contó que: “Lo más triste de esto, es que uno se endeuda por evitar esta espera, el mes pasado tuve que pedirle prestada la tarjeta de crédito a mi hijo para comprar los medicamentos, porque llevaba esperando a que llegaran y no fue posible”.
No es digno que la gente tenga que esperar por su medicamento, no esta bien que este sistema juegue con el tiempo y la salud de las personas. El sistema de salud debe cambiar y es urgente que sea prioridad en el debate político.
¡Nos estamos leyendo!
