Desescolarización. Thomas Cortés. Foto: Diana Socha. |
Cuando estuve haciendo la Especialización en Educación Educativa (2004), me encontré con un documental que llamó mi atención y no esta desactualizado a esta fecha, (tristemente). El documental se llama La Educación prohibida y hace referencia al tipo de educación que se imparte en las escuelas, colegios o entidades aprobadas para que se enseñe o se cuide durante algunas horas a nuestros hijos.
Allí encontramos que después de la revolución industrial, se pensó en un lugar donde pudieran educar a los niños, para que cumplieran con una serie de requisitos que la industria solicitaba, tener unos conocimientos básicos para que pudieran ingresar a sus fábricas como obreros y trabajar allí, dejando su aprendizaje en lo operativo.
Siglos después, no es mucho lo que ha variado ese método de aprendizaje. Y aunque los docentes intentan cambiar metodologías y hacen que los temas sean útiles para la vida, no podemos desconocer que continúan imposiciones, que para muchos padres, no son relevantes en la educación de sus hijos, por ejemplo, tener que usar uniformes, no permitir que los niños tengan el pelo largo o que las niñas se tinturen el cabello, o que usen elementos de adorno en su cuerpo, esto sin contar con las dinámicas propias de la institución: el docente debe explicar el mismo tema, con la misma dinámica a todos los estudiantes, hay poca participación del estudiante en el contenido de la clase, deben llenar plantillas y formatos para tener el control de los estudiantes, no pueden salir del colegio (antes del COVID) ni estar libremente aprovechando los espacios del colegio, porque hay unas reglas, unos horarios y espacios que respetar, algunos colegios incluso, tiene sus ventanas protegidas para que le entre luz, pero no para que los niños, niñas y jóvenes puedan ver por la ventana, porque los distrae. Alguna de estas cosas han venido cambiando con el tiempo, pero lo que demuestra es que no existe el individuo sino el grupo. Todos deben actuar de la misma manera, cumplir las mismas normas, y es en eso donde han fallado, con muchos niños y niñas. No somos iguales, ni pretendemos que todos lo sean, todos aprenden de manera diferente y son más atentos a unas clases que a otras y sin embargo, se insiste en que todos vean lo mismo.
Como padres, nos dimos a la tarea de buscar los Centros Educativos que se han dedicado a innovar y a pensar en el niño, no como uno más de la masa, sino como individuo. Existen alternativas interesantes, y que por supuesto no es para todo el mundo (sobre todo hablando en la parte económica. Son muy costosos y pueden acceder a ellos, las familias que tienen dinero) Otros, se encuentran en la parte rural y tienen propuestas muy buenas, pero también el acceso allí es complejo. El documental, presenta algunas ideas novedosas en Latinoamérica, y docentes que no están de acuerdo con la metodología actual y buscaron la manera de trabajar de otra forma la educación con los niños y niñas.
Recuerdo a mi prima Natalia averiguando el mejor jardín para Luciana, o mi amiga querida, Liliana Torres, buscando para Mariana la mejor opción, un lugar donde las motivaran a explorar, donde les permitiera estar cerca de los animalitos y las plantas, entre otras cosas. Lo encontraron y están felices. Mi prima Viviana, vive en otro país, y por medio de sus redes sociales nos enteramos de todas las actividades que hacen Mateo y Jacobo, toda la interacción social y los ejercicios que realizan, que sin duda, se nota que lo disfrutan, ella también encontró el lugar ideal para educar a sus hijos. Mi hijo Sebastian fue uno de los mejores estudiantes en primaria, en bachillerato le fue bien, lo disfrutó, fue el Personero en 11 y ahora está en la U. Thomas estuvo toda la primaria en el colegio que aprobamos mi esposo y yo, la metodología nos encantó, los profesores una maravilla, pero nuestro hijo no se adaptó al sistema. Cuestionaba todo y sus argumentos cada vez eran más poderosos. Hicimos acuerdos y compromisos, pero cada vez era más difícil que él disfrutara el colegio.
Tener a nuestros hijos en los colegios o escuelas aprobados por el Ministerio de Educación, nos permite pensar que es allí donde los llenan de conocimiento (que si le va a servir cuando sea adulto, o no, no es la discusión en este texto) donde los mantienen cuidados y protegidos de lo que sucede a fuera, durante unas horas (mientras los padres trabajamos o hacemos actividades a nivel personal) pero lo más importante, es donde los certifican, es decir, que allí el diploma les garantiza ingresar a la Universidad y continuar con su aprendizaje. Ivan Illich aseguraba: “La certificación es una manera de manipular el mercado y es concebible sólo para una mente escolarizada”. Por ese motivo, por años, se ha pensado que lo correcto es que los niños ingresen a estas instituciones, ya sea por tradición o porque no se incomoden con la pregunta: ¿en qué año esta tu niño/a?, o que la pregunta vaya directamente a ellos: ¿en qué curso estas? Normalizamos que todos los niños y niñas, de ciudades y del campo, deben estar, como mínimo en un colegio Distrital.
Hay cifras cada año de la deserción escolar, o de los niños que no se encuentran estudiando y muchos artículos las citan con preocupación. Es claro, que a quienes se refieren es a personas que no quieren enviar a sus hijos al colegio, ya sea porque no hay suficiente dinero, (no es solo la matrícula, es el transporte, los útiles, la alimentación, las boletas del bingo, las rifas, las salidas de campo y todo lo que viene acompañado de un ambiente académico), porque el colegio o escuela, queda muy lejos (sabemos que hay niños que caminan hasta tres horas para poder llegar a su lugar de aprendizaje), porque, en casos extremos, deben trabajar para poder llevar un pan a la casa. Sin embargo, en este texto no voy a hablar específicamente de estos casos.
¿Qué pasa si como padres decidimos no llevar a nuestros hijos al colegio? ¿Qué pasa si no queremos que les enseñen en las escuelas o colegios de nuestra ciudad, o pueblos cercanos? ¿Qué pasa si decido como madre enseñarle y partir de lo que él quiere aprender, de lo que le genera curiosidad?
Thomas Cortés disfrutando de una noche en bicicleta. Foto: Jaime Cortés |
Desescolarización
Este término lo usó por primera vez en los años 70 Jhon Holt, Everett Reimer, en un seminario en el Centro de Documentación de México habló de este término y quien lo hizo famoso fue Ivan Illich, quien dijo: “Pero si las escuelas son el lugar inapropiado para aprender una destreza, son lugares aun peores para adquirir una educación. La escuela realiza mal ambas tareas, en parte porque no distingue entre ellas”. Este método de aprendizaje es basado en el interés del niño o niña en aprender a su ritmo, él o ella, decide lo que quiere conocer, investigar y poner en práctica. Muchos padres, llevaron esta forma de aprendizaje a sus casas, y se llamó: homeschooling.
Paulette Delgado en la página web del Observatorio de innovación educativa, asegura que cuando un niño, niña o joven, deja la escuela para recibir toda la educación en la casa, debe pasar por un proceso. A diferencia del método educativo que es la educación en el hogar, la desescolarización es un periodo donde el estudiante se adapta a su nuevo ambiente y manera de aprender, lejos de maestros y estudiantes. Jaqueline Wilson, autora, educadora y consultora sobre el tema, describe a esta etapa como un “período de descompresión cuando se cambia de la escuela pública tradicional a otro método de educación, como la educación en el hogar””.
Experiencias como la de Sophie Defaw, quien en el 2016, en una charla de TED XCANCUN, aseguró, nunca fue al colegio, porque sus padres tenían que mudarse de ciudad constantemente por cuestiones laborales, la decisión que tomaron consistía en el interés según la edad de Sophie; así, visitaron galerías de artes, museos, de cada ciudad y de cada país en donde pasaban, allí aprendió de arte. Dependiendo de su interés le enseñaban matemáticas, lenguaje, entre otras asignaturas. No cumplían un horario, sencillamente se convertía todo el día en conocer y aprender. En la charla asegura: “tengo un negocio y hago lo que más me gusta”, es una emprendedora, aprendió en YouTube algunas cosas y las puso en práctica, ahora vende pasteles para ocasiones especiales, sabe de mercadeo y publicidad y aun no ingresa a la Universidad.
Eddy Zhong, dice que no era bueno en el colegio (refiriéndose a la entrega de tareas, su argumento se basa en las bajas calificaciones) pero le dieron la oportunidad de presentarse a una convocatoria donde debía realizar una propuesta innovadora y ganó. Esto le permitió ser reconocido y tener su propia empresa, antes de finalizar el bachillerato. En la charla TED en el 2015 finalizó diciendo: “Nunca nadie cambio el mundo haciendo lo que el mundo le dijo que hiciera”.
Esta opción la han tomado más de dos millones de niños, niñas y jóvenes, junto con sus padres en Estados Unidos. En Latinoamérica cada vez son más las familias que optaron por este método. En Argentina se han reunido familias que manejan el homescchooling para hablar sobre sus experiencias y compartirlas con otros padres. En Colombia existe una Red Colombiana de Educación en familia, y ellos aseguran que hay más de ocho mil familias que practican esta metodología en todo el país.
Ana Paulina Amaya, autora del libro: Y si la escuela no existiera, es una de las promotoras del grupo Red Colombiana de Educación en familia, en su Blog habla sobre la reglamentación del homescchooling, y asegura que: “Educar en familia es legal en Colombia, aunque no existe una regulación específica al respecto, la ley colombiana es lo suficientemente amplia e incluyente para optar sin temor por esta opción, el artículo 27 de la Constitución expresa: “El Estado garantiza las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra”, mientras que el 68 establece que los padres tienen el derecho a escoger qué tipo de educación recibirán sus hijos”.
En la página web: estudieenelexterior.com.co aseguran que en “el caso de España la ley vigente establece que la educación debe ejercerse en colegios acreditados, siendo esta obligatoria hasta los 16 años, sin embargo, la ley no prohíbe de manera explícita el homeschooling. En países como Francia, Italia, Irlanda, Australia o Estados Unidos, esta práctica está regulada y son miles las familias que optan por educar a sus hijos en casa con métodos innovadores”.
Y al igual que el sistema educativo, este método, también ha recibido críticas, yo diría que se han evidenciado algunos temores.
Por ejemplo, alguien me pregunto una vez: ¿Quién sabe más, un campesino que cultiva diferentes productos en su finca y los vende, o un ingeniero agroecológico? creo que la respuesta es clara. Muchas de mis compañeras del colegio, querían terminar pronto su bachillerato, para “ahora si, estudiar lo que a ellas les interesaba”, muchas hacíamos bromas en la clase de algebra, diciendo que esto no lo íbamos a usar en nuestra vida. Así como habían clases que tenían todo nuestro interés y las disfrutábamos, independientemente de la nota.
Pero me atrevo a decir que el temor es que nuestros hijos no sepan nada, que no hayan aprendido nada y que no pasen las pruebas, que no tengan un puntaje en el ICFES que le permita ingresar a una universidad. Y estoy segura que todos los niños que están disfrutando del colegio, aprenden lo que quieren y no todo se les queda. Entonces por qué no hacer lo mismo en casa. Y aquí está el otro temor, nosotros como padres no lo sabemos todo. En otra época, creo que esta excusa sería válida. Tendríamos que aprender con ellos en la biblioteca, pero ahora, con internet a nuestro alcance, podemos consultar de todo, de hecho, son ellos quienes tienen profesores en YouTube, TikTok, páginas especializadas, entre otras posibilidades. Nuestro papel es guiarlos para que tomen las adecuadas. Y también están los museos, las actividades al aire libre, escenarios como el cine, el teatro, los conciertos, las bibliotecas públicas, entre otros, lugares que sin duda les enseñan un montón.
Thomas Cortés aprendiendo lo que le gusta. Foto: Diana Socha Hernández. |
Otro temor es que los niños no crean que sus padres puedan cumplir con el papel que hace su profesora. Con el tema del COVID, muchos padres tuvieron que estar pendientes de las clases de sus hijos para poderles explicar lo que debían hacer en sus tareas y el método que se usaba era otro, los niños respondían: “es que mi profe me lo explicó de otra forma, mejor hagámoslo como lo dijo él y así no me meto en problemas”. Generar credibilidad en nuestros hijos en el tema académico parece fácil, pero no lo es, y se debe trabajar mucho en cambiar esa manera de pensar. La idea es no hacer lo que hace el colegio, es buscar nuevas formas de aprendizaje y para eso, muchos padres se han capacitado, han hecho diplomados o cursos virtuales para explicar con mejores métodos a sus hijos.
Francy Moncada, me explicó por varias horas el trabajo que hacía con Salomé. Jornadas de pintura, charlas sobre lo que esta sucediendo en el país, clases de batería y canto, caminatas ecológicas y visitas a museos, son unas de tantas actividades que comparten las dos. Francy fue la que me motivó a investigar sobre este tema y gracias a ella estoy compartiéndoles este artículo. Ella tuvo que explicarle a su familia, a la familia de Carlos, el padre de Salomé, incluso a Carlos, quien la apoya incondicionalmente con este método. Esto es un tema que aunque es familiar, casi personal, se convierte en un tema social, que es importante explicar.
Como padres y madres, siempre queremos lo mejor para nuestros hijos. No todos los niños, niñas, jóvenes, ni todas las familias se adaptan al homeschooling, y eso es lo interesante de esto, porque no todos los niños y niñas estamos para la escolarización, ahí esta lo hermoso de la diferencia.
Finalizo con la frase del director global de educación de KidZania, Ger Graus que dice: “Porque nosotros no, por lo menos en el Reino Unido y supongo que en muchos otros países, no vamos a la escuela para la producción masiva de fuerzas laborales, sino para mejorar las oportunidades, las oportunidades de vida y el bienestar del individuo”.
Muy responsable,humano ,ético y profesional , al compartir ese tipo de experiencias laborales , que desde lo más sencillo,hasta lo más profundo son total mente relevantes.
Ojalá en nuestro país existirán docentes que se atrevan a contar lo mismo ,pero sobre todo sigan comprometidos con las futuras generaciones de este país.
Muchas gracias por su comentario.