Iguales. Foto: Diana Socha Hernández.

 Hace algunos
meses hice parte de una Universidad y allí me encargaba, entre otras cosas, de una coordinación en
donde debía ayudar a los estudiantes a que su paso por este lugar, fuera lo más
agradable posible. Se nos ocurrían diferentes campañas, y se intentaba que los
estudiantes fueran el centro, incluso, muchos de ellos
hacían parte de
esas iniciativas y yo solo hablaba con las directivas para que nos autorizaran
e hiciéramos realidad sus ideas.

Por el ritmo académico y sumándole el tema de la pandemia,
las actividades cambiaron. Pero en ese tiempo, pude conocer casos de
estudiantes muy difíciles. Yo no soy psicóloga, y siempre consideré que para el
cargo que yo tenía, debía estar una persona con experiencia profesional, ya que
los casos a veces, no consistían solo en dar un consejo y hacer un seguimiento,
sino que era mucho más profundo. El proceso era sencillo, escuchar y remitir al
área encargada. Pero en muchas ocasiones esto no sucedió. Yo sentía que el estudiante
confiaba en mi y necesitaba recurrir a alguien inmediatamente, a veces, solo
para que fuera escuchado y en otras, para que le ayudara con una solución un
poco más profesional.

Los casos más comunes eran depresión y ansiedad. La EPS Famisanar
en su blog, explica que existen diferentes señales de advertencia y cita a la
Clínica Mayo: “utilizar frases como “me quiero morir”, “desearía no haber
nacido” o “me voy a suicidar”, también que la persona se aísla y desea estar
sola, cambios de humor drásticos, entre otros”. Solemos decir que estas
personas son exageradas, pero lo cierto es que en su cabeza y en su cuerpo, las
cosas no las pueden ver tan tranquilas como otros las ven.  

Me gusta ver películas, ojalá antes de dormir, así pienso en
otras cosas que no sea la rutina del día a día. Me sumerjo en las historias de otros,
como también me pasa con los libros. Solo que la música, las imágenes y el
guion, me acercan de otra forma a esos nuevos mundos creativos.

Foto recuperada de: https://www.filmaffinity.com/es/film698668.html

Loco por ella, es una película de Netflix, dirigida por Dani
de la Orden y protagonizada por Álvaro Cervantes y Susana Abaitua. Comedia
romántica. Aunque, como se dieron cuenta, no me voy a centrar en el romance de Carla
y Andri. Sino en otra parte de la historia. Ella vive en un lugar donde su
enfermedad es tratada y aceptada desde la directora, hasta los mismos pacientes que
habitan el lugar. “Aquí les ayudamos a convivir con ellos mismos y a aceptarse
y eso lleva mucho más tiempo”, dice su directora en una escena de la película. Aceptarse,
porque en la mente de los que viven allí no está el curarse. Esto me llamó la
atención, porque cuando estuve en el cargo del que les escribí en líneas
anteriores, yo creía que lo más conveniente era que se recuperaran, que fueran
como todos los mortales “normales”.

Tenemos errado el término diferencia, y es que cuando
hablamos de esto, intentamos es que ellos sean iguales a nosotros, sin tener
claro que lo ideal es aceptar eso que los hace únicos, convivir con ello y adaptarnos
a ello.

En la película la directora del centro psiquiátrico, mientras
miraba con desilusión a Andri, le dijo: “Les enseñamos a que no finjan estar
bien, para que gente como tú este”. Esa eterna búsqueda de ser el héroe o la
heroína y sacarte de ese mal que es la depresión o la ansiedad o la biporalidad,
entre otras, y que seas como “nosotros”, que no sufrimos de eso, que vivas como
los demás.

Ojalá hubiera visto esta película antes y así mis consejos a
mis queridos estudiantes hubieran sido otros. Si estas leyendo este texto… el
mejor consejo que te puedo dar es que aceptes esa enfermedad, pero contrólala
como te lo sugieren tus doctores. Y a los que se encuentran con gente que sufre
de estas vivencias, acéptenlas como son y disfrútenlas cuando están en su mejor
momento. Cuando están en crisis, acompáñenlas, no las dejen solas y siempre es
bueno, documentarse sobre la enfermedad, para que las puedan guiar de mejor
forma. La directora del Centro de reposo en la película dice: “lo difícil de
tener una enfermedad mental es que la gente quiere que te comportes como si no
la tuvieras”.

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