Esta frase la he escuchado muchas veces y no podía entender que las personas pasaran por esto. Pero es real, se sigue repitiendo y mi sensibilidad sale a flote con este tema. Por eso, en este texto intentaré motivar a ese no lector a leer. Finalizando el semestre veremos si cambiaron de opinión algunos estudiantes que repitieron esta frase mientras se presentaban en mi clase.

Comienzo con el hecho de que las personas que no leen libros, tienen otros intereses, igual de apasionantes, por ejemplo, en lo audiovisual-o por separado- lo visual y el audio. La fotografía, la música, la pintura, el cine y toda la variedad que el arte nos puede ofrecer. Aunque también esta los deportes, los viajes, entre otras pasiones.

Y partiendo de esto, la intensidad con la que una persona deja pasar su tiempo, por ejemplo, viendo una serie o una película, esa sensación que genera estar presente en ese momento y disfrutarlo, es igual a la que siente un lector apasionado por lo que lee.

Existen muchas variables que no les permite conectar con esta experiencia. Escucho por ejemplo que no todas las historias les llama la atención, bueno, si les gusta el cine, no todas las películas les pueden llamar la atención. Así que esta excusa aplica para cualquier actividad.

O por ejemplo me decía una estudiante: “Es que los libros son muy extensos y no logro terminarlos” claro, prefieren los resúmenes, o los videos que expliquen el tema central del libro y se quedan con eso, no con la experiencia que genera interpretar o decidir las sensaciones que les dejó la lectura del libro.

Con el tiempo que le puede dedicar una persona a la lectura no me puedo meter, porque sabemos que ahora, muchas personas prefieren dedicarle más de cinco horas al celular, visitando varias redes sociales o leyendo textos digitales.

¿Cómo hacer?

No tengo la receta perfecta, porque cada persona es un mundo diferente, pero creo que podría funcionar si:

  • Somos consientes que es necesario dedicarle un tiempo a la lectura. Puede ser comprometerse a leer de cinco a diez páginas todas las noches, antes de dormir. Funciona también que el libro siempre este en nuestro bolso o mochila, que lo carguemos con nosotros, de esa manera, podrá ser útil mientras esperamos a que llegue un amigo o mientras estoy completamente solo o sola.
  • Es bueno tener claro cuál es el tema que me gusta. Si me encantan los deportes, podemos preguntar a un librero o en un buscador en la web, qué libros hablan sobre ese tema, te sorprenderá la cantidad de literatura que aparece.
  • El libro se puede convertir en tu compañía, así como lo es ahora el celular u otros objetos que siempre llevas contigo, es cuestión de que te animes a que sea así.

Los libros son objetos que adornan un espacio, pero cuando los usas, te ayudan a comprender las acciones de personas, a enamorarte de lugares, conoces otras culturas, incluso, te puedes enterar de hechos importantes en momentos de la vida donde ni siquiera habías nacido.

Las historias de los libros enriquecen tu vocabulario, te ayudan a tener un tema de conversación, puedes estar actualizado y aprender de cualquier tema.

Dejarse llevar por la historia, por ese narrador que me va contando por partes lo que sucede o sucedió, permitirse llorar, reír o enfurecer por lo que hace o le pasa a un personaje, aprender, comprender, todo esto llega con los libros y las incalculables historias que se han escrito.

No es necesario leer una cantidad de libros en el año, con que disfrutes la lectura de uno solo, es suficiente para que de a poco se vuelva parte de tu rutina. Leer es conectarte con otros ¡Ánimo!

¡Nos estamos leyendo!

Leer en el recorrido. Amanecer leyendo

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