En mis viajes siempre pienso en el libro que me va acompañar. Nunca he viajado sin uno. Hace parte de mi equipaje de mano. Puedo olvidar el cepillo de dientes, incluso las sandalias, pero jamás un libro.
Escoger el libro no se me dificulta. Parecerá extraño lo que les contaré, pero yo siento una conexión con el libro que voy a empezar. Leo su título, miro su portada y ya, esto es suficiente para saber si comenzaré o no con esa historia, luego reviso el número de páginas, esto es importante porque dependiendo de la duración del vuelo y por supuesto de mi estadía en el lugar, tomo la decisión de llevarlo.
A veces cuando el tiempo no me alcanza y estoy por finalizar un libro, lo llevo y además, cargo el que continuaré, esto puede ser incómodo, porque ocupa mucho espacio en mi equipaje. Si puedo, prefiero finalizar el libro antes del viaje para no tener que cargar dos.
Hay libros que leo muy rápido, el ritmo de la historia y mi conexión con ella, a veces no permiten que lo suelte, ni siquiera para comer (cuando dan comida en el avión) entonces me siento un poco frustrada cuando finalizo en el vuelo el libro. Una vez, escuché a Piedad Bonnett decir que ella leía muchos libros en los aviones y que anotaba las frases que más le gustaban en una agenda, así que eso lo tengo en cuenta también, porque me permite tomar mi tiempo, disfrutar de la historia y de las frases que se le ocurren al autor o autora. Intento hacer pausas, para así no terminarlo rápido. Miro qué esta haciendo la gente que esta cerca de mi, me dejo llevar por el paisaje que me regala la ventana del avión (cuando me toca la ventana, por supuesto), pocas veces me he levantado de mi silla, pero cuando el vuelo es muy largo, aprovecho para caminar un poco en el pasillo del avión. Incluso, a veces duermo un poco, todo esto para no tener esa sensación y poder seguir disfrutando de la historia durante mi estadía en otro lugar.
Antes no me fijaba si vendían libros en el aeropuerto, ahora, me da gusto ver en los locales una variedad de historias para cada viajero. En los aviones nos tenían acostumbrados a las pantallas, ahí podíamos disfrutar de una película, jugar o escuchar música, pero últimamente las aerolíneas han quitado este modo de entretenimiento y lo han dejado para los dispositivos que nosotros llevamos, computador, tableta o el mismo celular; cada vez son menos los aviones que cuentan con la pantalla, quiero pensar que esta es una de las razones por las que varios viajeros llevan sus libros o los compran en el aeropuerto como otra manera de pasar el tiempo.
En el último viaje que realicé, me encontré con varios jóvenes leyendo en Kindle y otros con los libros de papel, esto me sorprendió, ya que casi siempre veía a las personas en su celular o conectados en su computadora viendo películas o escuchando música. Como lectora, me gusta ver estas imágenes, me encanta sentirme identificada con esos viajeros. Sé que en muchos países, es normal que la gente lea en espacios públicos, pero también hay lugares en donde es extraño ver personas con los ojos perdidos en las letras de un libro.
¡Siempre será un gusto leer en mis viajes!💭