Quisiera escribir todos los días, pero no puedo. A veces la cabeza no me da para sentarme frente al ordenador y comenzar a teclear las palabras, las frases, las ideas, que, en otros momentos, llegan como cascada. Escribió alguna vez Emily Dickinson: “Hasta que pensé que mi Mente se volvía Muda”, cuando sentía que sus demonios mentales aparecían de nuevo para atormentarla. Esto lo cuenta Rosa Montero en el maravilloso libro: El Peligro de Estar Cuerda, una de las grandes maravillas que llegaron a mis manos el año pasado, cuando estaba bloqueada para escribir, pero no para leer.
En esta obra, se relata la historia de muchas escritoras (Y escritores también, por supuesto) que sufrieron en su vida y que la salvación en su momento fueron sus escritos, sus poemas, sus novelas. Leí con mucha emoción este libro, creo que ha sido el que más he subrayado y marcado para retomar esas frases o ideas que eran pertinentes con lo que me estaba pasando, por lo que estaba sintiendo en ese momento. “Yo
me dedico a escribir – dijo Patricia Highsmith – debido al aburrimiento que me produce la realidad y la monotonía de la rutina y los objetos que me rodean” Y Bukowski: “Cuando se deja de escribir, ¿Qué nos queda? la rutina. Movimientos mecánicos. Pensamientos Huecos. No soporto la monotonía”, cita Montero en la página 211. Y para concluir la idea, ella cierra con esta bella frase: “Así vamos todos por el mundo, a la caza de esas pequeñas burbujas de vida extraordinaria”.
Tomar la decisión dedicarme a escribir tiempo completo no fue fácil, pero en el fondo era lo que siempre
había querido hacer. No fue fácil, porque, aunque escribía, no lo hacía con mucha frecuencia y pensaba que con lo que estaba haciendo era suficiente para sentirme realizada. Engañaba mis sueños, ellos creyeron que era suficiente con lo poco que dedicaba, con lo que tenía, con lo que estaba construyendo. El temor a ser rechazada, a que fracase, a que eso por lo que te vas a dedicar no lo acepte la gente que te rodea, esto no solo lo pensé yo, esto lo han pensado muchas escritoras y escritores reconocidos, porque son dudas que le llegan a todos los seres humanos en su momento, sobre todo cuando quieren cambiar el estilo de vida que han acostumbrado a llevar durante décadas.
“Ser novelista es, en realidad, una actividad bastante rara, casi diría yo que estrafalaria. Consiste en pasarte una cantidad de tiempo enorme, dos años, o tres, o los que sean, encerrada a solas, en una esquina de tu casa, inventando mentiras” Asegura Rosa en la página 156, parece fácil, pero no lo es. Yo estaba acostumbrada a escribir crónicas periodísticas y le repetía a mis estudiantes que no podíamos inventar una sola palabra, nada de nada, aunque tuviéramos la oportunidad de hacerlo. Ese ejercicio me dificultó comenzar mi novela y tomé la decisión, para poder avanzar (por eso era mi bloqueo al inicio) de contar la verdad y allí, dejarme llevar por la imaginación y responder la pregunta: ¿Qué pasaría sí?, ¿Qué pasaría si ella no hubiera tomado esa decisión si no otra? ¿Cuál sería la consecuencia? ¿Qué cambiaría en su historia? y así comenzó a fluir la mentira, todo lo que la imaginación podía relatar. Otra ayuda que se
me presentó, fue leer historias similares, así que eso que llama Rosa Montero: procrastinar, no era otra cosa que hacer investigación para que fuera más creíble eso que escribía. Claro, estoy de acuerdo con ella, podemos leer mil libros y subrayarlos todos, pero si no comienzo con mi propio texto, pensando
que aún no estoy lista para escribir porque me hace falta leer más, no lo voy a lograr nunca. Por eso debemos lanzarnos y comenzar con la escritura.
Aunque la escritura sea íntima, ese tiempo en el que se culmina es muy importante para quien hace la
obra, pero no termina allí, no es suficiente con ver el texto finalizado, con saber que ya no puedes añadir, ni corregir nada más, este proceso tiene su fin cuando llega a los ojos o a la voz de otras personas, ahí se cierra el ciclo.
El último capítulo del libro, Rosa publica la entrevista que le hizo a Doris Lessing (1997) y llamó mi atención esta respuesta: “Porque me divertía haciéndolas. También me está divirtiendo mucho este libro de aventuras que ahora escribo, y si después a la gente no le gusta me dará igual porque de
todas formas habré disfrutado haciéndolo”; esta honestidad de la escritora, es porque muchas veces no publicamos todo lo que escribimos por miedo a las críticas o a que no le guste al lector, por supuesto que nos alegra que les guste lo que escribimos, pero no todo el mundo piensa, siente igual (qué bueno)
entonces encontraremos siempre gente que no esté de acuerdo con nada de lo que hacemos y no por eso, no por esas personas, dejaremos de hacer lo que disfrutamos, lo que nos da alegría, lo que nos hace sentir bien.
Quien comparte conmigo la emoción de la escritura, debe coincidir en que no podemos estar totalmente
cuerdas para dejarnos llevar por la infinidad de palabras, incontables historias y personajes que merecen ser llevados a la luz.
Así que invito a que lean este maravilloso libro y se motiven hacer lo que más les gusta, con miedo, si se
quiere, pero, sobre todo, como lo dice la contra portada del libro, “con la certeza de que ser diferente nos permite alimentar esa gracia creativa que llevamos dentro (que algunos llaman locura) y que nos hace cumplir nuestros sueños”.