Como lo dijo el gran Cerati en el último concierto de Soda Stereo en Buenos Aires, en el estado de River Plate un 20 de septiembre de 1997, así de emocionada, agradecida y con sentimiento, tomo la frase para despedir un semestre más.

Estudiantes de Comunicación Social Periodismo de Uniminuto Soacha en Pulzo.com

Lo administrativo

No sabía si había contratación, decían algunas personas, que dependíamos de la inscripción de estudiantes para primer semestre. La incertidumbre es una constante ahora en la universidades. Pero finalmente me llamaron, un día antes de comenzar clases, estaba firmando contrato a las seis de la mañana.

Al siguiente día comenzaba clase y aun no tenía claras las materias iba a dictar. Casi finalizando la jornada, mi jefe me confirmó ocho materias y todos los días clase de siete de la mañana. Mismo sueldo del año pasado.

En esa reunión las directivas de la universidad nos contaron que ya no habían oficinas por Facultades, ahora los profes teníamos un espacio propio en un salón con computadores, o si preferíamos, podíamos trabajar desde casa.

Durante el semestre llenamos formatos, realizamos cursos obligatorios, reuniones misionales, llenamos la carpeta con evidencias de las funciones sustantivas, además de la preparación de clases que no había dictado nunca.

Después de algunas semanas de iniciar labores, mi jefe me dijo que habían contratado a un docente que se haría cargo de dos materias que yo tenía asignadas. Me comprometí a entregarle la programación de las clases y a presentarlo al grupo. En pocas semanas terminé dictando seis materias.

Sin embargo, el docente dejó de asistir varias clases, hasta que renunció, dejando un malestar en los estudiantes y tuve que retomar las clases, mientras contrataban otro docente.

Aunque el semestre pintaba complejo, había cosas que definitivamente me motivaban a continuar con la labor docente: mis estudiantes.

Lo bonito de ser docente

Este semestre me propuse hacer salidas pedagógicas con los estudiantes como complemento de la teoría. Revisé los temas de cada asignatura, busqué lugares que estuvieran acordes y comencé a enviar correos electrónicos para concretar fechas de visita.

En los seis cursos realizamos por lo menos una visita o recorrido a lugares. No solo era visitarlos, debían hacer productos periodísticos que evidenciaran lo aprendido en los sitios. Eso motivó a los estudiantes mucho, hicieron contactos y presentaron productos de calidad.

Hice dos programas de radio, uno, todos los martes a las 10:00 a.m. con la Electiva en literatura, allí ponían en práctica la teoría de la clase y leyeron tres libros. Entrevistaron a varias escritoras entre ellas, Rebeca Marsa y Tania Sanabria. Realizaron un especial con los libros: Mujer Incierta y Fuimos Extrañas.

El otro programa fue una iniciativa sobre mi función sustantiva: encargada de egresados del programa de comunicación social periodismo y me permitió volver a hablar con jóvenes comprometidos con el territorio.

Cinco estudiantes voluntarios hacían el programa, hablaban con los egresados o egresadas del programa y compartían cabina con un docente o administrativo que reforzaba el tema institucional. Se transmitía por redes sociales y por la emisora digital todos los jueves de 11:30 a.m. a 12:30 m.

¡Hacer radio, fue una de las cosas bonitas que me paso!

Finalizando semestre, mi jefe me pidió que le dijera a los estudiantes que por favor llenaran una encuesta y que era fundamental garantizar que todos lo hicieran. Cumplí con su directriz, sin saber de qué se trataba. Unos días después veo mi nombre como Mejor docente innovadora y creativa.

UNIMINUTO Soacha hace parte de la Regional Cundinamarca, Bogotá y Boyacá. Había docentes de Zipaquirá, Girardot y otras regiones, además de Bogotá (que es la sede más grande) y mi nombre estaba representando el programa de Comunicación Social Periodismo de Soacha, gracias a mis estudiantes, eso para mí fue un honor.

A pesar de algunas molestias administrativas, de la llegada y la salida de Soacha, fui muy feliz en mis clases, junto a mis estudiantes, porque aprendí de ellos, porque me dejé contagiar por sus risas, bromas y por los análisis que hacían con cada tema propuesto. Por mis estudiantes me levantaba cada mañana muy temprano para cumplirles, para estar ahí, para escucharlos y es por ellos que escribo este texto.

Me quedo con lo bonito, un instante de mi vida que no quiero olvidar. Gracias UNIMINUTO Soacha, “gracias totales”.

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En @dianasochacuenta (Instagram y TikTok) podrán ver videos y fotos de esta experiencia.

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