Sin que me diera cuenta, cuando veía un libro en una casa sobre una mesa, en la sala o si había más confianza, en la habitación, no podía dejar de revisar cuál era. Esa curiosidad de saber cuál es el nombre del autor, cómo lo nombró, qué calidad tiene la portada y las hojas, sentir el olor mientras paseo suavemente por sus páginas, luego profundizar con el año de edición, la editorial que creyó en la historia, leer la biografía del autor, cerrarlo con una sonrisa y dejarlo en su lugar, fue creciendo con los años.

Por supuesto que no juzgo a la persona que dentro de su decoración en el hogar, no cuenta con un libro y mucho menos, si no tiene una biblioteca personal o familiar. Para nada. Me niego a ser pretenciosa o creerme intelectual, solo porque tengo un amor especial por este objeto.

Sé también que aunque muchas personas leen, no necesariamente les interesa tener los libros junto a ellos. Están las Bibliotecas públicas, que cumplen un papel importante en la ciudad y en los pueblos, porque las personas pueden acceder al libro a la historia, sin necesidad de comprar el libro y tenerlo como un premio donde alardear de todo lo que ha leído.

***

Sin embargo, aunque el objeto lo disfruto, no he logrado conectar con algunos libros. Incluso, debo confesar que tengo varios en el rincón de “pronto te leeré, porque siento que aún no es el momento” Tengo, también, una lista de libros por comprar que he escuchado como recomendaciones de amigas, amigos, familiares, que he visto en casas de conocidos, que he anotado mientras paso por una librería y me digo: “ahora no hay dinero, pero para cuando tenga, este será el que compre” y es que me pasa, que la conexión que hay entre un libro y yo, es mágica.

Entrar a una librería es una mezcla de sensaciones que intentaré describir en estas líneas. Comienza con un acelerador en el corazón difícil de controlar, como cuando vas hacer algo en donde no puedes fallar, una auto presión. La respiración se dificulta. Las luces del lugar, la ubicación de los libros, el olor a café (en la mayoría de las librerías) la música, el murmullo de la gente y la librera que se acerca a preguntarte si te puede asesorar, con una honesta sonrisa. Sí, si el paraíso existe, es este, un lugar lleno de libros.

Los libros son fáciles de encontrar. Están las novedades, estos son los últimos libros lanzados por las editoriales, pero también están los más vendidos ubicados allí, digamos, por los que más pregunta la gente. Luego cada sección esta organizada por orden alfabético (el nombre del autor) encuentras los géneros y las ediciones especiales. Pero si no te sientes familiarizado con el lugar y quieres ir a la fija, pregúntale sin miedo a la persona que trabaja en la librería.

Es abrumador encontrarse con tanto libro, muchos autores, millones de historias, pareciera que no es suficiente conocer el autor o lo nombrado del libro, a veces se necesita mucho más para hacer que el libro este en tus manos y lo puedas leer. Por supuesto no estoy hablando de precios, – eso también es importante, siento que hay libros imposibles de tener, el valor es tan alto que lo devuelves con cierto dolor a su lugar y te olvidas de leerlo, por lo menos en esta época de tu vida (si tienes paciencia, en un par de años lo encontrarás con menos valor) Yo he decidido esto en muchas oportunidades y no me arrepiento, ahora tengo los libros que veía imposible comprar. Me refiero a la conexión, a la magia que existe entre un libro y la persona que lo toma en sus manos. Tiene que ver los temas que estas viviendo para que te lo lleves, solo con ver el título, incluso sin necesidad de leer la sinopsis que se encuentra en la contraportada del libro, que a veces ayuda mucho; si tu ves que el tema que te ronda en la cabeza está en el título, en la portada, en un comentario sobre el libro, ahí aparece la magia.

A este punto de mi vida, ya sé cuál es el género que más disfruto. La novela es el punto de partida, luego miro si es un thriller, seguro ahí me engancho, pero también me gustan las novelas históricas, las novelas donde la protagonista es una mujer, las novelas de ciencia ficción, las novelas que fueron inspiradas por hechos reales y últimamente me inclino por las novelas que han sido escritas por mujeres, ojalá Latinoamericanas. Luego me paso por los libros de periodismo y ahí me quedo con todos los que son crónicas periodísticas.

Las recomendaciones que hacen en las redes sociales han tenido una influencia grande para que las personas se animen a leer. Yo creo en esto, tanto, que me animé a abrir TikTok para recomendar algunos libros que he leído, bueno, subo más contenido, además de esto, pero el punto es que varios jóvenes y adultos me han motivado a leer historias que no hubiera sido posible conocerlas, si ellos o ellas no me lo narraran en un video o en una reseña.

En el podcast Tercera Vuelta, ¿Para qué leemos? Ricardo Silva Romero dice algo que me llama la atención “esta época carece de publicaciones especializadas. Hoy en día la promoción de la lectura esta en manos de los lectores por amor a la lectura, no hay grandes críticos literarios en las publicaciones comerciales, si tenemos un montón de lectores que publican por sus redes y lo hacen con mucho cariño, que a uno le dan ganas de leer lo que promocionan” y es precisamente lo que me ha ayudado a encontrar nuevas historias para leer.

Sé que muchas historias también se pierden en las librerías, no alcanzan a ser vistas y es posible que nos estemos perdiendo de una joya, porque la promoción de los libros es importante, pero también, cómo manejan la publicidad y los medios. Todo lo que recomiendan los medios: televisión, radio, prensa, internet, redes sociales, vallas publicitarias en las calles, todo nos lleva a preguntar en la librería por ese libro que vemos en todo lado, y en el que nos hacen creer que todos están hablando.

Doy un ejemplo actual, la polémica que se generó a partir del lanzamiento del libro del Nobel de Literatura Colombiano, la publicidad que manejan en medios de información, los periodistas mostrando que ya compraron su libro, el edificio Colpatria en el centro de la ciudad, con luces alusivas al Nobel, las librerías adornaron un lugar especial promocionando el libro, en todas las páginas web colombianas de libros, había un banner con la foto del libro, asegurando que ahí lo podían conseguir. ¿Cómo no se va a vender ese libro? es imposible. Ustedes dirán: ¡Ahhhh Diana, pero es que, además, es el Nobel, nuestro único Nobel, a ver!

Voy con otro ejemplo. Hay una actriz, cantante, que últimamente ha sido tendencia en redes sociales, de hecho es muy activa. Es joven, querida por muchas personas. A mí me encanta. Promociona su libro en redes, hace un par de videos sencillos, buenos, y pum, se agota en una semana la primera edición de su libro. Número uno en la lista de los más vendidos en Colombia. Todos conocemos la historia, todos sabemos cómo es la portada de su libro y la conexión que este tiene con su música. Es fácil vender su libro, cuando ha sido reconocida por otros escenarios, cuando su público es amplio por ser actriz o cantante, no por ser escritora.

Este mismo tema lo habla el cine, el teatro, el arte en general. Lo que es visible de manera masiva es lo que más se vende. No es que sea tendencia, es que el negocio es ese, hacer que una historia sea masiva para que se venda más y las demás queden para el público que le dedica horas a revisar qué puede conectar con uno, no solamente con lo que esta de moda.

Por supuesto que me voy a leer los dos libros que puse en el ejemplo, (están en mi lista de libros para leer) los compraré cuando pasen de moda. Por ahora, seguiré visitando las librerías en busca de ese libro que se conecte con lo que me está pasando actualmente, con mi “tema”. En la Feria del libro, tendré muchas opciones, muchas editoriales por visitar, por descubrir, intentaré pasearme por las de siempre, pero mi foco estará en esas pequeñas, en las que la masa no ve, para dejarme sorprender por esas historias que posiblemente me esperan de manera silenciosa en esos anaqueles maravillosos que tanto me gustan y que adornaran parte de mi habitación o de mi casa.

***

También te puede gustar:

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *