Memorias, anécdotas, recuerdos, pequeños instantes acomodados en la cabeza que fluyen en una escritura sin orden, sin cronología, no es necesario, así esta perfecta. El nuevo libro de Piedad Bonnett es su historia contada por retazos de su pasado, un desahogo, una necesidad de que todo quede en palabras.

¡Si pudiera rayar el título lo haría! Cuando rayé la primera frase ya no pude parar.
Comienza con una comunicación directa con su lectora. Sutilmente nos cuenta cómo surge la idea del libro. (Me hace pensar que si se encuentra de frente con una periodista, que quiere convencer a la gente para que compre y lea el libro de Bonnett, ya no puede preguntar ¿Cuál fue la idea de escribir este libro?) Con este primer acercamiento al lector, nos queda claro su intención con esta obra.
“… la escritura fue un camino de re-conocimiento, una inmersión en la memoria que me permitió revisar mi propia vida e ir llegando a otros temas”.
En el primer capítulo, el título: “Del alma” escribe sobre el cuerpo y de la vergüenza que nos obligaron a sentir cuando se hablan de las partes íntimas de las que no se podía comentar. “La vergüenza es un sentimiento insoportable, porque a veces se confunde con la humillación y otras nos acerca al precipicio del ridículo”.
Esta fue la primera frase que subrayé del libro. Cada descripción, observación y comentario que hacía, me llevaba al colegio de monjas donde estudié mi bachillerato, a las conversaciones con mi hermana, a esos sentires que me generaba ver las novelas o los libros que leía o la música que escuchaba.
Me he sentido conectada con muchas historias, pero sin duda, este libro me permitió descubrir la mujer que soy, en la que me he convertido. Hay una conexión por el hecho de ser mujer, con todo lo que nos hace creer la sociedad, la cultura. Nos permite analizar el estereotipo, el estigma, la feminidad, el amor, el sexo, la política, la docencia, la escritura.
“La que me ha pedido aparecer en estas páginas es sobre todo la mujer incierta, una que sigue existiendo dentro de mí, debajo de todas mis capas. Pero hay otras, algunas de las cuales no aparecen aquí o no aparecerán jamás” Se puede leer en la contraportada del libro y en la página 248.
Después de leer el libro, quedé con la sensación de que somos mujeres cambiantes, que cuestionamos, que buscamos hacer parte de este mundo, desde otros sentires, no solo desde la maternidad, o desde ese rol que nos dio el pasado a todas las mujeres, si no desde una mirada más personal, íntima.
Atrapadas, Amor y muerte, De dónde vienes, Escindida, El malestar, Por el campus, La vida está en otra parte, Volver a narrar, Aquí triunfando y La mujer Incierta, son los títulos que encontrará en cada capítulo. Y en todos cuenta, a modo de carta, de confesión, con letra cursiva, el presente de su mamá y de su papá.
En el libro cita algunas lecturas que le permiten reforzar el tema del que habla. Por ejemplo, cita en varias ocasiones a Rosa Montero, Doris Lessing, Natalia Ginzburg, Rosario Castellanos, entre otras y otros autores. Así que es un libro con referencias para continuar la lectura, sin olvidar, por qué fueron citados.
Con esa prosa poética que la caracteriza en todos sus libros, descubro en este, que Piedad no solo ama escribir poesía, sino que escribir novelas, le genera una sensación de adicción. Dice:
“No sabía todavía que cuando cedemos a la fascinación que encierra la promesa de una novela, lo que nos espera es una condena a trabajos forzados. Que serán dos, tres años, arrastrados por la avalancha de la obsesión, sin que nada ocupe un espacio igual en nuestras cabezas”. Pág. 203.
“Así me encuentro yo, obsesionada con mi novela y ya llevo dos años así” ¡Cuantas coincidencias, cuantas similitudes que puede encontrar uno en su vida comparándola con la vida de otros, de otras!
Ojalá, se animen a leer esta obra. ¡Ojalá!
¡Nos estamos leyendo!