Es agotador leer ahora en redes sociales, así como lo fue en su momento ver los noticieros en televisión, leer la prensa o escuchar la radio. El uso de las palabras en comentarios y discursos tienen la intención de ofender y los disfrazan de opinión o de bromas, ¿Tenemos que soportarlos? o para nuestra salud mental, mejor ¿los cancelamos?

Parto de la idea que debemos estar informados. ¿Debemos? ¿Según quién? ¿Informarnos para qué? ¿Qué gana el ciudadano del común enterándose de los hechos nacionales e internacionales? La respuesta es simple, es importante analizar las noticias y revisar en qué nos podríamos beneficiar o afectar.
¿No es más sano, no saber qué esta pasando y vivir nuestra vida sin malestares? Para mí, en algunos momentos de la vida es la mejor opción, pero seguro para el resto de mis lectoras y lectores, no sería correcto, menos, coherente, si yo hago parte del uso de los medios digitales para informar, comunicar y expresarme.
Los discursos
Ese tono neutro que manejaban los medios de comunicación lo dejé de lado desde que tomé la decisión de no verlos, leerlos y escucharlos, ya no les creo, no por su tono, sino porque sabemos que su discurso esta acomodado a intereses económicos y personales. Así que busqué alternativas desde las redes sociales o personajes independientes que se dedican a contar y analizar lo que está sucediendo en el país.
Me he encontrado con análisis muy interesantes, con diferentes tonos (sarcasmo, burla, gritos, seriedad y muy pocos con tranquilidad) y es que las palabras están acompañadas por sentimientos y eso no se puede separar. Por eso, la manera en la que se comunican, los tonos, las expresiones de quienes nos están contando algo, nos pueden ofender o las podemos aprobar, hasta repetirlas en cualquier reunión familiar o laboral.
Estas personas (analistas, periodistas, políticos, influenciadores) han generado un espacio de credibilidad (como en su momento lo hicieron los medios de comunicación) y cada vez, más personas los consultan, los escuchan, les dan “me gusta” o incluso, hacen comentarios frente a lo que opinan.
¿Por qué razón les creemos?
Creo, que tiene que ver con la preocupación de tener su discurso sustentado con documentos públicos, archivos, voces, digamos que con una investigación previa antes de salir a decir cualquier cosa a la red social que usa (TikTok, Instagram, Facebook, entre otras) porque finalmente es su imagen la que vale.
Pero también la respuesta a esta pregunta puede estar amarrada a que dicen lo que la persona que esta viendo, escuchando o leyendo piensa o se acerca a lo que cree. Esta conexión es mucho más fuerte que la anterior y considero que aquí es donde ganan todos los nuevos protagonistas de opinión.
El contenido no solo es de información sobre hechos que están sucediendo, también tiene que ver con el análisis de cómo otros medios cuentan lo que esta sucediendo. Es decir, un medio publica una noticia y un personaje de redes sociales se dedica a analizar lo que dijo y cómo lo dijo ese medio.
Este último contenido es más viral, se tiene más en cuenta visibilizar los errores de los medios que la misma noticia y en ocasiones, los comentarios se dedican a realizar una crítica al medio o al periodista, que darle importancia al acontecimiento en sí.

Las palabras
Leí a Irene Vallejo hace unos días, un párrafo que publicó en Instagram El País: “Quien lo probó lo sabe. Una simple palabra puede iluminar el día o herirlo, darle alas o hundirte. Algunas frases despectivas se clavan en el tejido de la memoria y el daño arde a pesar de los años. Un comentario agrio puede agrietar una amistad o helar el deseo que empezaba a nacer. Por eso la hostilidad roba tantos afectos y aciertos. Ya lo advertía el Libro de buen amor: “Por una frasecilla se pierde un gran amor, por pequeña pelea nace un fuerte rencor; el buen hablar siempre hace de lo bueno, mejor”.
Todos los días pasa algo en Colombia. Los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales toman la decisión de contarnos lo que ellos consideran debe ser de nuestro interés. Y nosotros nos dejamos llevar, porque no tenemos más opciones, porque así ha sido por décadas. Son ellos los que manejan la agenda, finalmente, ese es su trabajo.
Lo que sí podemos decidir, ahora, es a quién queremos que nos cuente lo que pasa y una de las opciones que tenemos, es el discurso que maneja. Creo que lo más sano para mi es que sea alguien que investigue, pero sobre todo, alguien con un lenguaje claro y como lo dice el libro de buen amor, citado por Vallejo, con “un buen hablar”.
Pareciera que es difícil usar la palabra sin ofender. Últimamente en las redes sociales me encuentro con contenido en donde no solamente mienten o acomodan el discurso a su conveniencia para convencer a otros, ya por cierto muy grave, si no que al replicarlo o compartirlo va acompañado de frases ofensivas y palabras destructivas al otro. Y esto me agota.
Todos podemos expresarnos, dejar nuestra opinión en nuestras redes sociales, pero, invito a quien lee estás letras, que en voz alta narren lo que escribieron y se respondan ¿Estaré ofendiendo a alguien con esta publicación? ¿Estoy aportando algo positivo con esta publicación? ¿Estoy usando las palabras para herir?
Si evito publicar cosas que hagan que el día de otros no sea bueno, seguro, ayudará a disminuir ese malestar que genera encontrarse con esas publicaciones. Si nuestra intención es informar, intentemos usar palabras que iluminen no que hieran.
***