Todos los fines de semana, sin falta, salía a recorrer las calles de Bogotá para luego subir hasta “Patios” y perderse entre la naturaleza de las veredas y los pueblos cercanos. Hacía rutas extrañas, a veces sin compañía, confiando solo en su ritmo y su instinto. Ese fue su entrenamiento para lograr un sueño mayor: realizar el Cruce del Istmo

La llegada y la bici en hombros
La llegada a Panamá Pacífico y la bici elevada a lo más alto.

La página oficial del Cruce del Istmo, define este evento así: “Es una carrera de MTB, la cual tiene un recorrido mixto de 130 kilómetros con un desnivel positivo acumulado de 1800 mts . La ruta se reparte en 70% off road y 30% asfalto”. Además dice que “es considerado uno de los eventos de resistencia más duros de Panamá. Consiste en atravesar la República de Panamá desde el océano Atlántico al Pacífico, bordeando el Canal de Panamá, atravesando el gran Lago Gatún en Cayuco, transitando bosques húmedos tropicales, todo esto en un solo día”.

La bici descansando en el recorrido de Colón a Ciudad de Panamá
La bici descansando en el recorrido de Colón a Ciudad de Panamá.

No fue nada fácil el desafío que enfrentó esta bicicleta. Viajó un jueves desde la fría Bogotá hasta la calurosa Ciudad de Panamá para competir el domingo en una travesía que cruzaba el país, desde la provincia de Colón, en la costa atlántica, hasta la capital, en el Pacífico. Aproximadamente 400 bicicletas partieron a las seis de la mañana, y la nuestra cruzó la meta a las 3:45 de la tarde, después de enfrentarse al sol intenso, la humedad, el viento frontal, el barro pegajoso y la combinación de trochas, caminos pastosos, pedregosos y tramos asfaltados que acompañaron cada kilómetro del recorrido.

Era una Specialized Epic 2018, de doble suspensión, equipada con grupo Sram, tija telescópica y llantas Maxxis, con dos portavidones que la acompañaban en cada ruta. Durante el cruce, la cantidad de barro obligó a lanzarle agua en varios tramos y lubricar la cadena para mantenerla en marcha. Una máquina noble y resistente, hecha para la montaña, pero también para las aventuras que desafían fronteras.

Salió de casa en Bogotá en un Uber especial. En el aeropuerto, fue embalada en la sección de equipaje sobredimensionado internacional y viajó a Panamá en perfectas condiciones. En el Aeropuerto Internacional de Tocumen, la esperó una cómoda camioneta que la llevó a descansar a un apartamento con vista a la ciudad. Días después, cruzó autopistas rumbo a Colón y, al fin, salió de su empaque para demostrar que sí podía enfrentarse a la selva, al clima y a los retos de ese cruce.

Cuando llegó a la meta, cubierta de barro, recibió una ducha especial y volvió a brillar, lista para un nuevo recorrido. Descansó por unos días en el mismo apartamento con vista a la ciudad y luego regresó sin contratiempos a Bogotá, su hogar. Esta vez, con una medalla más y un sueño cumplido. En el aeropuerto pagó un transporte especial: se lo merecía. Había demostrado que las ruedas también sueñan.

Mapa del recorrido cruce del Istmo
Mapa del recorrido cruce del Istmo.

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