Por ejemplo, vivir un día a la vez. Cuando era más joven, gastaba mi tiempo en dormir, eso me hacía feliz y ahora pienso en todo lo que pude haber disfrutado si un día completo no lo hubiera dedicado a dormir, lo hubiera reemplazado por leer más libros, tomar fotografías de la ciudad, compartir más con amigos, hacer un viaje inesperado o simplemente disfrutar de la casa y de los que vivían conmigo en ese momento. Se fueron muchos días sin hacer algo que valiera, que me hiciera sentir feliz, útil, se fueron esos días sin que ahora pueda recordar qué viví.
Los disgustos, esas cosas que dolieron y que no me permitieron perdonar. Dejé pasar el tiempo y perdí amigas y amigos, valiosas personas que seguro aportaban mucho a mi crecimiento y yo no me di la oportunidad de buscar una tregua. Se fueron, pasaron por un tiempo y ya no sé qué será de ellos. Perdí tiempo llorando y dejando en mi habitación días enteros acostada sin querer hacer nada, solo porque me sentía triste, dejé pasar días con sol, lluvia, viento y yo encerrada sin saber qué sucedía fuera de mis cuatro paredes.
Viví cada etapa como llegaba. Pasé mi época del colegio, la de la universidad, los primeros trabajos, construí una familia y claro que disfruté esas etapas, conocí gente maravillosa que me ayudó a crecer y que aun conservo a mi lado, con quienes compartí experiencias que me hicieron muy feliz, pero también el tiempo hizo que otras se fueran y quedara un recuerdo bonito. Claro que faltan más etapas en mi vida, espero aprovecharlas con más conciencia.
En los últimos días he visto en las redes que aparecen fotografías de personajes públicos, en su mayoría del espectáculo, esos que los vuelven famosos los medios de información, mostrando la transformación de su cara con el tiempo. Esto me causó mucha curiosidad. En TikTok probé un filtro que hace ver cómo seré de viejita (más edad que la que tengo – y ya es bastante) me aterré; al principio me dio risa y luego miré con detalle mi rostro, alterado, vi tristeza y era solo una cara hinchada con grandes bolsas en los ojos, era yo, pero no era, o por lo menos no quería que fuera yo. Entonces vi mis fotos cuando era más joven, y recordé lo que pensaba en el espejo al mirarme, cuando tenía 16 años. Nunca me importó si era delgada, si estaba maquillada o no, yo era feliz con mi cara, con mi cabello, en general con mi cuerpo, me sentía a gusto con lo que veía, no me preocupaba hacer ejercicio para tener el cuerpo tonificado o comer bien para no engordar y mantenerme sana, nada de eso. Ahora me veo y no me gusta lo que veo, me critico en las mañanas y siento que debo mejorar mi alimentación y hacer más deporte. Creo que estas redes sociales no me ayudan a aceptar que estoy envejeciendo y que es inútil pensar que puedo cambiar esa realidad. Respeto a quienes pagan una millonada en cremas, tratamientos y cirugías para detener el tiempo en su cara y cuerpo, y aunque se ven divinas, no creo que yo pueda hacer nada de eso, porque creo que esta etapa la debo vivir como llega, así como he vivido todas las demás, aceptándola y disfrutándola.
En todas mis etapas he tenido amigas y amigos menores que yo. He convivido con personas muy jóvenes y eso me ha ayudado a no sentirme tan vieja. Pero este año, no ha sido de esa manera. He hablado con mujeres muy jóvenes, con sueños y expectativas de la vida admirables y también con cosas que me dan mucha tristeza y no, ahora no me siento tan bien escuchándolas, cuando lo hago, es inevitable que les de consejos y siento que termino hablando como su mamá y no como una amiga. Esto me entristece un poco, porque es también aceptar que ya no estoy para compartir con personas tan jóvenes como lo hacía antes.
Lo cierto es que cada día suma más edad y menos tiempo de vida, así que debemos disfrutar los instantes, haciendo lo que nos gusta y antes de dormir hacer un resumen de lo que se pudo lograr en el día que sume felicidad y que se sienta que si se aprovechó. Viviré esta etapa que me corresponde con mi tiempo y espero sumar experiencias bonitas antes de partir de este mundo 💭