La tarde tenía un color gris y esa parte especial de Buenos Aires, me hacía recordar los domingos en el centro de Bogotá, por la mezcla de grandes edificios modernos, junto a las enormes construcciones con arquitectura de siglos pasados. Las personas caminando sin ningún afán, como si disfrutaran, igual que yo, del lugar que transitan. Es imposible no comparar. Sus calles principales tienen el doble de amplitud que las que se ven en cualquier ciudad de Colombia. Los semáforos están ubicados en la siguiente cuadra, permitiendo evitar trancones y el fácil paso del peatón. Se evidencia el orden. La señalización es visible y acorde al decorado de la ciudad, algo rustica. Los nombres de las calles, permiten que uno recuerde el acceso y se ubique de manera más rápida, Av. Corrientes, Av. Florida, Chile, México, solo por nombrar algunas visitadas.
Cuando hablé de lo maravillada que me tenía la ciudad, con el conductor de taxi que me llevaría a una de las sedes de la Universidad de Palermo, para recibir mi escarapela al evento en el que iba a participar como ponente, representando al Parque Científico de innovación Social de UNIMINUTO, me confirmó que la capital de Argentina era muy bonita, pero solo una parte. “Los extranjeros deben llevarse lo más bello de la ciudad, por eso nosotros insistimos en que visiten lugares específicos, los más bonitos y representativos de nuestra historia, nuestra cultura, de lo mejor que tenemos en la Argentina, y no se habla mucho de los que con seguridad, dejarán una mala impresión” Entonces, logró generarme curiosidad y le pregunté cuáles eran esos lugares. Con su acento me respondió mirando por el espejo retrovisor, tal vez, intentando buscar mi reacción, “Ehh bueno, que te digo yo, los que están al sur de Buenos Aires, saliendo a barrios comunes y corrientes donde es evidente la desigualdad social, como por ejemplo Florencio Varela, Lanús, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Esteban Echeverría, Ezeiza, Presidente Perón y San Vicente, por nombrar algunos”. Luego el silencio se tomó el taxi y mientras yo pensaba que tenía razón en su comentario, él interrumpió hablando del trabajo de algunos políticos, con tono molesto y muy seguro de lo que decía, afirmó que los argentinos podían sentir que los dirigentes querían vender sus tierras a cambio de pagar una deuda que cada vez era más absurda y por consiguiente, imposible de cancelar. Luego continúo hablando sobre la escultura “La flor” refiriéndose a la Floraris genérica, porque le pregunté en dónde se ubicaba para visitarla, ya que había oído hablar mucho de ella, intentando cambiar el tema pesimista, recordándole que era una turista con ganas de llevarme lo mejor de la ciudad. Me explicó que fue un regalo de un arquitecto argentino y la inauguraron en la ciudad fue en abril del 2002 y luego me recomendó visitar la calle de Avellaneda y otras, que según él, las comparaban mucho con calles de París. No me indicó finalmente la ubicación de la Flor. Llegando al final del recorrido, me dijo que ojalá disfrutara mucho de la ciudad y esperaba una pronta visita por sus hermosas tierras. Cobró 107 pesos argentinos, al bajarme, quedé aterrada de lo costosa que resultó la carrera, comprobé después que mi asombro era razonable, porque cuando regresé al hotel, el otro conductor tomó una ruta diferente que el primero y al final cobró 87 pesos argentinos.
Mientras hacía la fila para solicitar la escarapela del evento, cruzaban varios jóvenes mirando el listado de invitados y seleccionando las ponencias que les interesaban para asistir. Algunos comentaban que estaban indecisos, porque eran tantas y en un mismo horario, que era difícil escoger una para asistir. Unos se detenían en el tema, otros miraban el país de la persona que presentaría su ponencia y pocos detallaban el nombre del ponente. Un vigilante muy amable me recordó que la fila que estaba haciendo era solo para ponentes, no sé si fue que tal vez mi presencia era de desubicada o muy joven para presentar ponencia, espero que haya sido la primera. Le agradecí con una sonrisa y le aseguré que estaba en la fila correcta.
La inauguración del evento fue interesante. Asistieron muchas personas, me atrevería a decir, que en su mayoría eran estudiantes de la universidad. Al ser un evento gratuito, la asistencia fue grande, aunque me aseguraron algunos vecinos de puesto, que este año había más gente, comparándolo con los años anteriores.
Salí y caminé un poco, para conocer algo de la ciudad, tomé algunas fotografías y luego decidí ir al hotel, descansar un poco y hacer un recorrido nocturno por la Casa Rosada, el Obelisco y comer tal vez “un pancho” con gaseosa. Tomé un taxi rumbo al hotel (fue justo el que me cobró 87 pesos por la carrera).
Esa noche no pude dormir bien. No fue la enorme cama que me correspondió, ni la luz del pasillo que nunca se apagó. Eran los nervios previos de la presentación de mi ponencia. El horario también afectó bastante mi descanso. Finalmente estaba en la ducha y arreglándome un poco, a las seis de la mañana (en mi reloj, hora bogotana, eran las cuatro de la madrugada) alcancé a cepillarme el pelo, maquillarme sin ningún afán, mirando mi reflejo en el enorme espejo del baño, y subir a desayunar a las siete de la mañana. Revisé que la presentación estuviera en la USB, la leí como por décima vez, tomé la escarapela, mi cámara de fotografía y cerré la puerta. Tenía un extraño dolor debajo de la oreja que desapareció automáticamente después de la presentación en el salón 402.
Cuando bajé del taxi, había una cantidad de gente en la entrada haciendo fila, yo no pregunté, solo hice la fila como todos, cuando me aproximaba a unos torniquetes para el ingreso, le pregunté a un joven que estaba en el vestíbulo si debía hacer la fila, ya que tenía que estar en el salón a las nueve de la mañana y ya eran las ocho y media. Me dijo que podía pasar sin hacer la fila. Esperé entonces el ascensor y logré llegar al salón puntual.
Allí estaba la moderadora, saludó amablemente y me preguntó el nombre. Hizo un “chulito” en el papel, como confirmando mi asistencia. Me pidió guardar la presentación en el escritorio del computador que teníamos disponible para la ponencia. Cuando llegaron la mayoría de los ponentes y de los pocos invitados, dio inicio con el protocolo y luego llamó al primer ponente.
Uruguayo, su tema fue interesante, realizar obras de arte usando tabletas, computadores portátiles y teléfonos celulares. La presentación fue sencilla. Nos comentaba que recibió apoyo de la universidad donde dicta clase y que eso le ha facilitado el avance en su investigación. Aun debe responder si efectivamente su hipótesis es viable, pero esto tardará un poco, ya que habla del uso de esta herramienta con nativos tecnológicos.
Luego se presentaron dos docentes de la Universidad de Argentina, con una presentación sobre la evolución de los estudiantes gracias al uso de las tecnologías y la importancia de involucrarlas en el aula, con el fin de que el mensaje llegue mejor a los estudiantes.
Llegó mi turno y los nervios fueron los protagonistas. Abrí la presentación de otro ponente; al encontrar la mía, comencé con frases mezcladas que no recuerdo. Veía borroso el auditorio y sentía que el piso se movía. Respiré profundo y recordé los ensayos previos. Caminé por unos segundos por el auditorio y comencé con mi historia.
La narrativa transmedia, la define Carlos Scolari, como “un tipo de relato en el que la historia se despliega a través de múltiples medios y plataformas de comunicación y en el cual una parte de los consumidores asume un rol activo en ese proceso de expansión” esto permite no solo que se llegue a públicos diversos, sino que también permite que los expertos en cada uno de los medios realicen su mejor trabajo, aquí no se habla de adaptaciones, es decir, de un libro no se saca la mejor versión para hacer una película, se habla de que un tema puede generar diferentes discursos y que a partir de allí, se pueden ver muchos escenarios.
Henry Jenkins asegura que la narrativa trasmedia, trata de “un proceso en el que los elementos que integran una ficción son sistemáticamente dispersados a través de múltiples canales de distribución con el objeto de crear una experiencia de entretenimiento unificada y coordinada. Lo ideal es que cada medio o soporte realice su contribución personal en el desarrollo de la historia”. Y Christy Dena propone que abandonemos las historias lineales para brindar más posibilidades a nuestros públicos mediante la interactividad. “El producto transmedia no se consume, está pensado para interactuar con él, para aprender y vivir una experiencia”.
La idea es que en una historia base, se generen más historias sin salirse de la esencia que causó la primera. Un ejemplo claro de esto podría ser el periodismo, desde hace muchos años una noticia se escuchaba en la radio y luego, con una investigación más profunda llegaba a la prensa, aquí se pudo cambiar de protagonistas, diferentes voces pudieron construir esa noticia, otros hechos, pero siempre girando en torno al central. En la actualidad se aprovecha los recursos que han surgido: televisión, páginas web, redes sociales y blogs especializados, etc. Podemos encontrar la misma noticia en un vídeo, evidenciando el hecho o una entrevista y justo al lado, el audio de una entrevista o la canción que compusieron sobre el tema; también, reportajes gráficos junto al texto que relata lo acontecido y una infografía con hipervínculos que los llevan a otras páginas donde se podrá o contextualizar o profundizar más sobre el tema.
El auditorio estaba atento, algunos miraban la presentación y la moderadora tomaba apuntes y eso me puso nerviosa, sin embargo, tomé la decisión en segundos, de hablarles con un ejemplo sencillo: Harry Potter. Les pregunté si conocían la historia y algunos atentos afirmaron con la cabeza. Luego les pedí que me dijeran un personaje o un ambiente de la película y si habían leído uno de los libros. Luego me fui con el ejemplo de Matrix: película, video juegos y animación. Terminé mis ejemplos con La Guerra de las Galaxias y sentí conexión con el público gracias a la frase “yo soy tu padre”. Al final escuché aplausos y un docente chileno me felicito por la presentación y uno brasileño hizo lo mismo pero por el tema, le pareció muy interesante.
Sin duda la experiencia de presentar un tema trabajado durante un año con docentes expertos en metodologías novedosas en el aula, ha sido muy importante para mi vida profesional. Aprendí de ellos y estoy segura que ellos aprendieron de mi historia. Conocí una hermosa ciudad que sin duda visitaré el próximo año, cuando les tenga la respuesta si efectivamente las narrativas transmedia generan apropiación social o son apropiación social.