Playa EEUU. Foto por: Diana Socha
Con frío o calor, la playa es el único lugar que permite que mis músculos se relajen y que en mi cerebro solo lleguen recuerdos bonitos. Mi respiración comienza a tener un ritmo suave y el sentimiento que me embarga es felicidad. El tiempo se detiene.
La primera vez que la viví fue en Cartagena. Yo creo que tenía unos once o doce años, porque llevaba una muñeca para tener qué abrazar mientras el avión despegaba. A ese viaje me acompañaron mis abuelos paternos, mis hermanas y mis padres. Desde esa vez, procuro que los destinos que visite tengan ese plan en mi lista.
El mar esta compuesto por un baile con distintos ritmos, en donde las olas juegan unas con otras y al final llegan a la orilla cubriendo frases románticas o nombres que queremos guardar en la eternidad. El sonido es una música que relaja, al igual que el movimiento permite que los malos momentos y recuerdos tristes queden en el pasado o por un momento se olviden. El olor es característico y aunque sabemos que el agua no tiene un olor, los componentes del mar hacen que sea reconocido por las aves y también sea percibido por nosotros. Para mi esa mezcla de aire y agua que llega a mi cara cuando estoy cerca o cuando paso por la carretera y bajo la ventana del carro y siento esa brisa que golpea sutil mi piel, no necesita nombres químicos y sofisticados para saber que estoy en mi lugar favorito.
Su color, azul, verde y blanco acompañado del sol radiante o el hermoso naranja que nos regala un atardecer que armoniza este lugar y el reflejo de la luna en la noche, son los momentos que no me quiero perder de este lugar. La arena es otro elemento fundamental, el color blanco en algunas partes, gris o amarillo en otras, que cubren mis pies a su voluntad; las conchas que la adornan, recuerdo, sin afán recogerlas con esmero cuando era pequeña y mi papá no me permitía llevar en la maleta de vuelta a la realidad. Las aves también son protagonistas, hacen parte de este paisaje, de distintos tamaños, porque allí deben esperar pacientemente su alimento. Las palmeras en donde colgamos hamacas tejidas por nuestros artesanos, llenas de colores, nos cubren del fuerte sol del medio día y nos regalan una leve brisa mientras nos movemos de un lado a otro.
Un libro, una bebida fría, bloqueador solar, bronceador, un gorro, un vestido apropiado para que la piel se torne del tan anhelado color durazno o morenito; a veces con música y otras nos dejamos llevar por el sonido que la naturaleza nos regala, hace que este momento sea mágico. En este lugar se pueden ver mujeres y hombres con estos mismos elementos, y para una persona que ama las playas, lo ideal es que se encuentre sola, o que se vean por lo menos haciendo la misma actividad que nosotros. Pero eso no siempre ocurre, encontramos distintas formas de disfrutar este lugar: jugar futbol, vóleibol, haciendo un picnic con la familia, armando castillos de arena, enterrando al abuelo con figuras graciosas, para que luego los nietos tomen fotografías y tengan un recuerdo feliz de esa visita familiar a la playa.
También vemos parejas románticas caminando a la orilla, tomadas de la mano, pensando, supongo, en que ese momento lo recordarán cuando sean viejitos. También se verán grupos de amigos y amigas tomando fotografías y bromeando. Actividades acuáticas. Pasear montados en un caballo recorriendo la orilla, al estilo de las novelas clichesudas de los años 90.
Y yo quisiera recrear la soledad de la película Naufrago en el 2000, donde Tom Hanks actúa como un sobreviviente que le habla a su amigo Wilson; o la romántica película de El Lago Azul o Laguna Azul en 1980, donde una pareja bella (de película) viven solos en un paraíso. O esas películas en donde el escenario es una playa limpia, sola y se tiene una casita con ventanales grandes para despertar con el sonido del mar y ese azul hermoso, como la triste historia de la Escafandra y la Mariposa, película estrenada en Colombia el 2007, donde un personaje esta atrapado en su cuerpo y lo único que lo hace permanecer con vida son sus sueños y esas imágenes donde su cuerpo reaccionaba y disfrutaba de una tarde en la playa. Lo común de estos escenarios no es lo que viven los personajes de esas historias, es sencillamente la soledad que se disfruta en la playa.
La música también me conecta con el lugar. Y seguramente existirá un listado de canciones que hablan de este hermoso sitio, o que en sus videos muestran el inmenso mar y las hermosas playas junto a personajes igual de bellos que armonizan y combinan con ese escenario. La playlist esta disponible, para sumergirnos en ese ambiente. Puedo escuchar desde rock, pasando por baladas, hasta un buen vallenato…
“Un vallenato desesperado
Una cartica que yo guardo donde te escribí
Que te sueño y que te quiero tanto
Que hace rato está mi corazón
Latiendo por ti, latiendo por ti
La que yo guardo donde te escribí
Que te sueño y que te quiero tanto
Que hace rato está mi corazón
Latiendo por ti, latiendo por ti”
(Cantan Carlos Vives y Shakira y en el video se ve la hermosa playa de Santa Marta y con imágenes de la playa de Barranquilla)
Este es mi lugar favorito. ¿Cuál es el tuyo?
Mi lugar favorito es su corazón hermosa profe