Estamos acostumbradas a las historias de crianza de niñas por una madre. Es normal ver mujeres con hijas los fines de semana en parques, centros comerciales o en restaurantes. Sabemos que durante décadas, han sido los padres los que han dejado a las mamás la responsabilidad de crianza y vemos como extraordinario cuando un padre esta solo con una niña, cuidándola o compartiendo con ella en un parque, un centro comercial o un restaurante.
La historia de Isa se realiza en un pueblo pequeño. Esta niña solo tiene amigos adultos, de quienes aprende y va narrando sus historias, como ella las entiende. Las malqueridas, el señor que vende tinto, el criador de cerdos y dueño del bar, la señora del ají, la señora que limpia el colegio y la tía con el pelo rojo, la recepcionista, la señora que cuenta las casas y su gemela, la cocinera Bere y el que limpia el hotel, son los personajes que aparecen en este lugar, que parece más un pueblo fantasma, porque el paro de camioneros ha bajado la productividad del lugar.
Sin embargo la historia pertenece al papá y la niña. Un papá que aunque llega en las noches a dormir con su hija, nunca le habla, ni ella conoce lo qué es sentir una caricia paterna. Anhela que su padre la ame y quiera compartir, aunque sea un instante en su día, por eso intenta escuchar a los adultos para comprender qué haría feliz a su padre.
Es una historia triste, de abandono, de nostalgia. Escrita por Lorena Salazar Masso, dibuja un lugar cerca a la carretera, una niña descalza, con ropa sucia y poco interesada en aprender en la escuela porque considera que aprende más, mirando los oficios que hacen los adultos.
“Maldeniña es una novela conmovedora, repleta de frases que iluminan tanto la ternura como el dolor del abandono, frases en las que uno querría quedarse a vivir” dice en la contraportada del libro Mónica Ojeda.
En la historia no vemos a un padre cuidador, preocupado por el día de su hija, prefiere que otras personas se hagan cargo o peor aun, que la niña, por sí sola se cuide. Esto parece normal en una sociedad donde los padres son quienes abandonan y esta naturalizado, sin embargo, al leer la historia, dan ganas de cuidar a Isa, de protegerla, de enseñarle, tal vez porque soy mujer, ojalá un hombre que lea la historia me cuente si sintió lo mismo.
Conozco un padre amoroso, cuidador, preocupado por su hija. Nunca contó su historia, solo sé, que cuando estudiaba en la universidad donde yo estudié, él estaba pendiente de las notas que sacaba en el colegio, de prepararle su almuerzo, si la ruta la había dejado en el apartamento y los fines de semana siempre tenía un plan para hacer con la hija. Incluso, ahorró muchos años para pagarle la universidad, para comprar un apartamento donde los dos estuvieran seguros, se preocupó por su salud, por sus amistades y porque se sintiera querida y segura, protegida por él.
Siempre tuvieron una relación bonita. Hace pocos meses me los encontré, ellos paseaban su perro y yo iba para la casa y los vi, ella esta muy grande, estudia medicina y él, ya canoso, orgulloso de su hija. Los dos se cuidan, se acompañan, se regañan, los dos, son una familia envidiable.
Pero este es solo un caso que conozco, porque las historias que me han contado, y he visto, durante los años, es que las cuidadoras son las mamás y hay más bien, pocos padres sin pareja, cuidadores de sus hijos y supongo, con tristeza y algo de miedo, que existen varios padres como el papá de Isa, la protagonista de Maldeniña.