Desmitificar lo femenino y lo masculino, un evento de Letras en Voz Alta, organizado por el grupo editorial Penguin Random House, El Espectador y Compensar, se dieron cita: Florence Thomas, Gloria Susana Esquivel y Marta Orrantia, el pasado sábado 13 de abril de 2024.

Un sábado de abril, me levanté de mi cama sin problema. Salí de casa con tiempo, porque no se sabe en Bogotá cómo estará el tráfico. Llegué sin afán a las 9:00 de la mañana y aproveché a desayunar en la cafetería que esta en el segundo piso de Compensar (el que queda cerca a la estación de la 100, en la autopista norte) Bajé al auditorio a las 9:40 a.m., me registré, entré y me ubiqué en primera fila.

No vi las personas que entraban, me dediqué a terminar de leer el segundo libro de este mes. Cuando llegaron las invitadas, el ambiente se llenó de emoción y admiración. Entró una mujer alta, elegante y sonriente, vestida completamente de negro; le sonreía a una mujer más baja, con caminar pausado, algo de timidez y las dos esperaban indicaciones para tomar asiento. Luego entró una joven, con vestido de colores y botas negras, hablando amigable con un hombre, que supuse, sería el periodista que llevaría la línea narrativa de este encuentro entre mujeres.

El saludo, agradecimiento, presentación de las invitadas y arrancó el periodista, Andrés Osorio, con la pregunta: ¿Cómo desmitificar lo femenino y lo masculino? y durante una hora y media la resolvieron conversando desde el feminismo, sus luchas y dejando posturas claras, en el caso de Gloria Susana y Marta, a partir de las historias que cuentan en sus libros de ficción y Florence, desde sus ensayos y el trabajo histórico que ha hecho para defender los derechos de las mujeres.

Yo me declaro aprendiz de este tema. Me emociona escuchar los espacios ganados por las mujeres, quienes cuestionaban lo mínimo y lo obvio que merecían en su época. Me parece, de ficción, las historias que leo, que nos cuentan las escritoras, sobre la vida de las mujeres: cómo vivían, lo que tenían que callar y aceptar porque así lo pedía la tradición.

Explicaron varias cosas. Todo esto, obvio, desde su punto de vista. Florence insistió en que ella no hablaba de Los Feminismos, porque sentía que esto nos separaba, nos distanciaba y la intención del grupo de mujeres es precisamente la unión, así que ella prefiere hablar de Feminismo en movimiento, porque es más volátil, porque incluyen diferentes maneras de pensar, sin afectar a nadie, sin división, solo con la intención del diálogo y el consenso.

Aclararon los siguientes puntos sobre el feminismo en movimiento:

  1. Las mujeres no odian a los hombres. Porque se busca es aprender y trabajar por una equidad. Ellas están rodeadas de hombres valiosos. Y recalcan que existen muchos hombres inteligentes que han aportado a la construcción de un mejor mundo, en donde todos quepamos sin exclusión.
  2. Las mujeres están de acuerdo con los “caballeros”, esos que quieren abrir la puerta, consentir, tener detalles. No se trata de rechazar la galantería. Si esa persona me trata bien, no tengo por qué hacerlo sentir mal, el punto es, que si utiliza esos recursos para cubrir un error, no tiene sentido.
  3. El hombre actual, no puede usar ropa rosada, no puede expresar sus sentimientos, sus emociones, no puede hablar de su cuerpo y en general, de cosas que son impuestas por la sociedad. Minimizan a la mujer, cuando le dicen a un hombre: llora como niña, se viste como una niña, juega como una niña. La comparación con la mujer, en la sociedad es una ofensa. Por esta razón, esta lucha la deben hacer los hombres. El derecho a expresar lo que sienten o a ponerse el color que quieran en su ropa, es una decisión que nadie debe juzgar. Pero las mujeres no pueden luchar por que esto se dé. Es mucho por lo que tiene que trabajar el movimiento feminista para sumar una cosa más.
  4. El rol impuesto a la mujer ha generado estereotipos que nos hacen daño. La mujer no debe ser cuidadora, por el hecho de ser mujer. Tampoco tiene la obligación de ser madre para que se sienta realizada, para que se sienta una verdadera mujer. El cuidado de su cuerpo, los accesorios que usa, la ropa que decide lucir, no tiene nada que ver con el hecho de ser mujer.

¿Qué es ser hombre y qué es ser mujer?

No estoy de acuerdo con definir, porque es limitar y en este caso, estamos asignando unas cualidades específicas a estos roles, que por siglos nos han hecho tanto daño. En una charla que tuve en la Casa de la Mujer, en Bogotá, hablábamos de esta pregunta. Nos dimos cuenta que existe una gran cantidad de personas, variadas, distintas, diversas, que no quieren y tampoco pueden encajar en lo que dicta la sociedad: “Mujer es femenina, usa vestidos, no dice groserías, no abre las piernas cuando se sienta, no habla duro, no se ríe duro, sonríe, cocina, se encarga del cuidado de sus padres ancianos y de los niños, renuncia a su trabajo para estar con sus hijos y educarlos bien, hace el mercado, arregla la casa y la ropa de todos en la familia, no hace deportes bruscos, no viaja sola, tiene que ser mamá, esta siempre arreglada, usa maquillaje, no sale de casa con el cabello mojado, usa cartera o bolso, ve novelas en la televisión, lee novelas románticas, ve películas románticas o de comedia, escucha música romántica, no sale en las noches, no debe beber alcohol en grandes cantidades, no sale a bailar sola, no toma decisiones sola, no se corta el pelo si no lo aprueba su papá o su pareja, entre otras que se me escapan en este momento.

Yo no sería mujer entonces, porque según esta lista de “cosas” no encajo en ese rol, hago muchas cosas que se suponen no las debería hacer una mujer. Entonces, si no soy mujer, ¿Qué soy?, ¿hombre? no lo creo. La conclusión en nuestra charla es que somos personas y deberíamos vernos de esa manera, como seres que queremos y hacemos cosas distintas y no por eso dejamos de pertenecer, dejamos de ser. Es difícil acostumbrarse a esto, y es una de las luchas del feminismo en movimiento, pero es complejo, tenemos a cuesta la historia, millones de años en donde se han repetido injusticias contra nosotras y lo que se pide es equidad, buen trato y reconocimiento.

Marta Orrantia, Florence Thomas, Gloria Susana Esquivel y Andrés Osorio en Letras en voz alta. Tercer encuentro desmitificando lo femenino y lo masculino

Escuché a algunos hombres que en este momento las mujeres están haciendo ruido y ahora ellos se sienten como se sintieron las mujeres de hace algunos años, ignoradas, silenciadas. Florence los invita a que hagan su lucha, defiendan lo que quieren, están en su derecho. Pero nosotras no nos callaremos, hasta que no logremos lo que buscamos. Gloria Susana, asegura que muchos hombres no han podido reconocer a la mujer, y sienten que están perdiendo el poder, por eso, apagan la vida de su novia, esposa o expareja “si no eres mía, no serás de nadie”. Pueden existir muchos más argumentos por todos los feminicidios que han ocurrido en los últimos años, pero este es el más fuerte.

Al final, llegaron las preguntas del público. Un hombre dice que esta de acuerdo con todo lo que dijeron en la charla y les agradece, porque considera que esta aprendiendo. Dijo para cerrar su intervención (parafraseando un poco) que las mujeres teníamos la culpa de que los hombres no fueran cuidadores, porque no les enseñaron desde pequeños, que era necesario aprender a hacerlo. Entonces, lo miramos, yo sentí un poco de decepción, es increíble que haya dicho eso, después de todo lo que se explicó, pero, estamos aprendiendo, y a veces nos cuesta cambiar las tradiciones. Como lo asegura la introducción del evento: “Tres voces influyentes en este campo conversaron sobre cómo los sesgos inconscientes y las dinámicas de socialización han creado, con el paso de los años, muros invisibles que validan y sustentan la dicotomía normativa clásica de los roles de género, permitiéndonos entender la importancia de vivir una diversidad multidimensional”

Marta le agradeció su intervención al adulto mayor y le dijo que nosotras no teníamos que enseñarles eso, los humanos tenemos ese don, solo debemos reconocerlo y actuar. Aplausos y desconcierto. Se despidieron, dieron las gracias y más aplausos. Yo me quedé pensando: siguen culpando a la mujer, incluso en estos escenarios, ojalá esto cambie. Los aplausos no cesaban.

Llegó el momento de firmar los libros. Marta, fue mi profesora en la Maestría Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia. Nos reconocimos. Nos abrazamos y quedamos de vernos en la Feria del libro 2024 en Corferias.

Me fui caminando despacio. Hacía sol. Pensaba en todo lo que aprendí y lo que me queda por hacer. Este tema me apasiona. Me llevé uno de los libros de Florence, seguro allí seguiré aprendiendo. Mi mañana de sábado fue valiosa. Ya eran las 12:00 hora de ir a preparar algo para almorzar.

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