¿Esperas algo del patrimonio que ha construido tu familia? Es un tema complejo, porque conocemos historias muy cercanas, de familiares que han dejado de hablarse por disputar la herencia que les corresponde por pertenecer a la familia.
Pensar que algo por lo que no he trabajado, me pertenece, solo por el hecho de hacer parte de la familia, es ridículo. Exigir la parte de la herencia, lo que me corresponde como hija, como nieta, es una vergüenza, no más pensarlo y aun más, escribirlo.
Las familias durante décadas han tenido esta tradición legal. Los padres dejan un testamento que se debe cumplir sin peros. Quienes trabajaron durante años y dejaron ese trabajo en manos de sus hijos y así por generaciones, heredan el “trabajo”, lo que llaman empresa. Sabemos que eso cada vez se ve menos. Muchas hijas deciden hacer otras cosas, distintas por lo que han trabajado sus padres y entonces la herencia de la empresa aquí no aplica. También están las familias que han heredado una cantidad de propiedades y dinero, la disfrutan y la aumentan o la mantienen y esta también la heredan sus descendientes. Aquí solo queda disfrutar de eso que por generación les llega y les pertenece. Pero, cuando hablamos de un papá y una mamá que se han conseguido a punta de trabajo, esfuerzo comprar una casa, un carro y algunas cosas que adornan el lugar que habitan, una cantidad de ceros en la cuenta bancaria y que han disfrutado con sus hijas o sus hijos de estos beneficios. ¿Con qué derecho, estos hijos o hijas vienen a exigir los dividendos de lo poco que han conseguido sus padres? y mejor aun, ¿por qué la mamá y el papá piensan en dejarles un testamento a estos hijos o hijas, si no han trabajado por todo lo que ellos lograron? No sería mejor, gastarse todo en vida, disfrutar de su adultez, de su vejez, con el patrimonio conseguido por ellos.
Claro que sería maravilloso tener una parte de la herencia; que tu nombre aparezca en un testamento y qué mejor, si es de una señora adinerada que no conozco, pero que ella fue una lectora obsesiva de mis novelas. Pues así comienza Babas de Caracol, una novela de María García Lliberós. Su personaje, Pedro Ribera es un escritor famoso y después de tener éxito en su última novela, decide retirarse a escribir lejos de todo ser viviente. Junto a su perro, recibe una carta de un abogado que le dice que hace parte del testamento de Berta Astomi Ferrán.
Es una historia familiar dolorosa, en donde el personaje principal es heroína y villana, consecuencia de las tradiciones de la época. Una novela que transforma a los personajes, incluso al mismo escritor, quien decide cambiar su estilo de vida gracias al panorama que le presentó la investigación que hizo sobre la vida de Berta. Disfrutar de la herencia le costará dos años de trabajo.
En el 2014 se publicó esta novela. Son 329 páginas que vale la pena leer.
No sé si aun se usa los testamentos, sobre todo para gente del común, lo cierto es que es muy interesante ver cómo esta historia en el libro tiene un tinte de ausencia de la madre a sus hijos, solo por defender una herencia, una tradición familiar📚