No dormí bien. Estaba muy ansiosa. Después de un delicioso café salimos rumbo a Boyacá. Eran las 6:30 de la mañana. Se veía gris, así se vio todo el mes de junio y yo esperaba que siendo dos de julio, ese color cambiaría, pero no, la mañana no me dio la razón y yo solo pedía que no lloviera en el lugar donde iría para poder tomar buenas fotografías. La carretera desde Sopó estuvo pesada, había mucho carro, supongo que tenía que ver que era un puente festivo. Tenía mi pastel de cumpleaños sobre las piernas, lo llevaba con mucho cuidado, como si llevara una pieza que no se puede romper o quebrar con nada. Max pedía aire, así que bajamos todas las ventanas y comenzó a volar el pelaje que salía de su cuerpo canino. Thomitas dormía y Juanse no había podido ir, porque estaba trabajando, así que a él también le escribo estas líneas, aunque escuchó de mi propia voz la experiencia, otras son las cosas que pueden salir en un texto. Aquí comienza mi visita por primera vez a un viñedo colombiano.

La reserva estaba a las 11:00 a.m. y nos solicitaban por correo electrónico, que llegáramos diez minutos antes, para organizarnos. Queríamos parar a desayunar, pero debido al tráfico, el tiempo no fue nuestro aliado y nos tocó llegar directo al Viñedo Umaña Dajud, ubicado en Sáchica Boyacá. Algunos kilómetros atrás en la carretera, nos avisaban que pronto llegaríamos. Las puertas estaban abiertas y un campo extenso de naturaleza nos saludaba con su verde esplendoroso. Max tuvo tiempo para recorrer el lugar, se veía feliz. Respirar aire limpio, sano, escuchar la música que nos regala el campo y coincidir con el sol, alegró mi día.

Nos esperaba un camino de piedras pequeñas que guiaba al centro del lugar. De frente una fuente con agua cristalina. A su alrededor, sillas y mesas para jardín, muy familiares. Nos recibió Carlos, un joven amable, quien nos preguntó si teníamos reserva. Pidió que esperáramos unos minutos, mientras llegaban más personas, mientras tanto, tomé varias fotografías, Thomitas jugaba con Max y vigilaba que no se fuera a pelear con los perritos que estaban cuidando la entrada de la tienda donde vendían diferentes productos, entre ellos, galletas, mermeladas y suvenires.

Uvas en el Viñedo Umaña Dajud

El Viñedo Umaña Dajud, es una iniciativa familiar. Tienen poca producción, porque su idea es más académica, se presentan como un museo, en donde explican todo el proceso del vino. “La rigurosidad intelectual y los años de profundas investigaciones, nos convirtieron en una academia del vino. Compartir nuestros conocimientos con los clientes, los estudiantes y los habitantes de la región es parte de nuestra misión”, se puede leer en el cuadernillo de cata, que nos regalaron durante el proceso de meridaje.

En Boyacá encuentran dos viñedos muy reconocidos, uno en Nobsa, llamado Marqués de Puntalarga y en Villa de Leyva, Ain Karim, con grandes extensiones de cultivo de uvas para vino. Ofrecen recorridos y también pueden comprar sus vinos y degustar una bandeja de quesos y jamones perfectos para meridaje. En toda Colombia, también pueden disfrutar de esta experiencia, como por ejemplo en Santander, Antioquia y el Valle.

No fuimos en época de recolección de las uvas, así que todo lo tuvimos que imaginar con la excelente explicación que nos dio Carlos en el recorrido. Comenzamos con la diferencia del cultivo de uvas para consumir y de las uvas exclusivas para el vino. Conocimos el tipo de uva que es cultivada en el viñedo:  Malbec, Merloc y Cabernet Sauvignon. Según el blog Viñedos Vera Monte: “El Malbec es un vino dulce y genera poca sensación de sequedad en la boca. El Merlot, por su parte, es un vino suave con algunas notas ahumadas” por su parte el Cabernet, es una uva que se caracteriza por un intenso color oscuro, aunque presenta algunas características como que provienen de racimos pequeños con un color azulado bastante oscuro.

Carlos, del Viñedo Umaña Dajud, explicando el proceso del vino

Carlos nos explicó que existen tres grandes clases de vinos: tinto, rosado y blanco y que sus colores nos pueden ayudar a identificar la edad del vino, la cepa y el paso por barrica. En la página Catatu, nos explican este proceso así: “El color del vino tinto depende de los antocianos y los taninos, se fermenta en el tanque con los hollejos. En cambio, en la elaboración de un vino rosado, se puede ver la similitud con la preparación del vino blanco, ya que se fermenta sin hollejos en el tanque a diferencia del vino blanco, se macera las pieles de la uva con el mosto durante unas horas para que estas aporten el color, antocianos y taninos, necesarios para que el rosado sea de una intensidad cromática que el enólogo determina”. Luego vimos todo el proceso por una pantalla grande, un video con unas imágenes preciosas de todo el proceso. Finalmente nos llevó a la pequeña cava y para concluir nuestro recorrido, nos ubicó en una mesa con dos copas de vino, un agua mineral y tres platos con dos tipos de queso, salami, pan francés y dos aceitunas, así cerramos el proceso con un meridaje.

Luego hice unas fotografías y cuando me di cuenta, el viñedo estaba lleno de gente. Ya había comenzado un grupo a realizar el recorrido. Nos permitieron quedarnos el tiempo que quisiéramos y como celebrábamos mi cumpleaños número 44, el viñedo me regaló una copa de vino y un hermoso letrero dibujado por dos mujeres que hacían parte del lugar.

El vino es delicioso, es una bebida que acompaño en los buenos y en los mejores momentos. Me encanta su sabor y me gusta acompañarlo siempre con las personas que más quiero o cuando leo un buen libro. Por eso la idea de visitar un lugar como el viñedo, me llenaba de emoción. Nos devolvimos a la gris Bogotá, felices, por el lindo color que hizo en todo el día, por lo aprendido en el viñedo, por las fotos, por la compañía y llegamos a seguir festejando un año más de vida.

Viñedo Umaña Dajud. Brindis con dos copas llenas de vino

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