Portada libro El nombre de la Rosa de Umberto Eco. Foto: Diana Socha Hernández.


C
uando me preguntan cuál es tu libro favorito, llegan muchos a la cabeza, incluso me siento nerviosa con esa pregunta, es muy difícil para una lectora obsesiva decir solo uno. Después de tomarme mi tiempo, siempre pienso en El Nombre de la Rosa.
Este texto logra que hile dos épocas distintas, mi paso por la Universidad y el recuerdo de una época oscura y algo fría, los años 1327. 

La universidad, dejó algunas clases en mi memoria, casi 22 años después; a diferencia de mis años en el colegio, de allí solo recuerdo algunos momentos de pocas clases, sin muchos detalles. Una que recuerdo con mucho cariño fue la de María Victoria, mi profesora de español y literatura. Ella nos leía poemas y proponía libros interesantes para analizar. De esa época, también recuerdo a mis compañeras de clases y las actividades extracurriculares que se hacían, gracias a las fotografías que aun conservo en mi álbum. 
En la universidad María Cristina Asqueta, una profesora Uruguaya, sacudió la pasividad y el miedo que me producía las clases en la u. Con su lindo acento, nos invitó a leer a Umberto Eco y al siguiente día compré el libro. Recuerdo que no podía soltarlo. Me acompañaban esas 471 páginas en mi recorrido matutino para llegar a la universidad, los huecos entre clases y al finalizar mi jornada académica.
En esa época no se me ocurrió escribir nada, me hubiera gustado ver los apuntes sobre la experiencia que estaba viviendo al leer por primera vez la historia de Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, seguramente me hubiera ayudado a recrear en este texto esa impresión. 
Me fue bien en el parcial. No sabía que había una película sobre este tema, protagonizada por Sean Connery. Mis compañeros si lo descubrieron y prefirieron el audiovisual que leer el libro. Por supuesto, María Cristina lo descubrió fácilmente, su nota no fue la mejor. Quedé con la intriga de la película, y tiempo después pude disfrutar de ese clásico del séptimo arte.
Ahora comparto con ustedes esta reseña teniendo claro que la primera impresión no la encontrarán en este texto. Pero después de 22 años, aun recuerdo algunas sensaciones que me generó esta historia. Escribiría Eco el 5 de enero de 1980 al inicio de la historia El nombre de la rosa: 

“Transcribo sin preocuparme por los problemas de la actualidad. En los años en que descubrí el texto del abate Vallet existía convencimiento de que solo debía escribirse comprometiéndose con el presente, o para cambiar el mundo. Ahora, a más de diez años de distancia, el hombre de letras, puede consolarse considerando que también es posible escribir por el puro deleite de escribir.” coincido con sus palabras. Pero para llegar a ese deleite del que habla Eco, soy fiel a la idea que es necesario leer mucho, para sentirse segura al escribir.
De eso trata esta historia. De la lectura. En la abadía la biblioteca es el lugar central. Los libros prohibidos, el laberinto que nos confunde y un escenario lleno de lectura. El misterio de las muertes de algunos monjes. Y la hermosa prosa. Son los elementos que más se destacan de la primera obra de Umberto Eco, publicada en 1980.
“La biblioteca se defiende sola, insondable como la verdad que en ella habita, engañosa como la mentira que custodia” Umberto Eco. Una descripción preciosa, casi poética de este lugar. El lector, podría detectar el olor, el ambiente inspirador que tiene estos lugares, amplios y cargados de conocimiento, con iluminación misteriosa, mesas en madera y sillas que te permiten estar horas y horas allí, devorando las hojas frágiles de pesados libros antiguos.
Un libro que recomiendo leer, solo para disfrutar de la genialidad de Eco y la evidencia de una investigación profunda… no se le escapa nada.


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