A Hipólita le mataron su esposo. La dejaron con dos hijos. Y ella solo quiere buscar su propio fin y reunirse con Salomón, porque así habían acordado cuando estaban casados. Y es que algunas parejas se hacen promesas que difícilmente se pueden cumplir. A veces, es preferible no prometer nada y vivir los instantes, pero las palabras tienen mucha fuerza y para Hipólita cumplir lo que alguna vez se les ocurrió era lo más importante, incluso, sobre lo que pasaría con sus hijos si llegaba a conseguir su propio fin.

Tener un plan o varios con el propósito de cumplir su objetivo. Si no funciona una cosa, se debe intentar por otro lado. No puedo juzgar a Hipólita, porque el dolor de perder a un ser amado no debe ser fácil de llevar y las reacciones pueden ser tan impredecibles. Yo misma no sé cómo será mi actuar si me enfrento a una situación similar. Esas imágenes que vemos en las películas, en donde no solo la gente llora en el funeral, sino que alguien quiere lanzarse al ataúd, no creo que sea un show pensado, premeditado, es una acción que se siente y se hace espontánea, querer irse con ese otro que acaba de abandonar nuestro mundo. Es más, creo que ninguno de nosotros se atrevería a planear cómo sería nuestro actuar si llegamos a vivir esa experiencia.

Río Muerto, escrito por el maravilloso Ricardo Silva Romero, es una novela que “confirma una intuición que ha rondado toda su obra: la imaginación, la memoria, la esperanza, la ficción, la conexión con el más allá, el destino – puede resolvernos los peores dramas”. Este libro habla de lo que muchas familias han tenido que vivir por culpa de la violencia. Se desarrolla en la ruralidad y los personajes que aparecen en el camino de Hipólita, para lograr su objetivo, los reconocemos, sabemos que no hacen parte de la ficción (desafortunadamente).

En la contra portada encontrarán la sinopsis de esta historia: “Se cuenta y se vuelve a contar, con estas mismas palabras que he estado usando, la fábula real de la madre que un día bisiesto fue de verdugo en verdugo pidiendo a los gritos que los mataran a ella y a sus dos hijos porque les habían dejado la familia sin padre”.

Una historia que vale la pena leer y divulgar por la memoria de tantos muertos en nuestro país.

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