Isabel Allende con su usual sorpresa narrativa, logra en El Amante Japonés, que el lector se conecte con la memoria histórica y con personajes reales. Permite que ame y odie al mismo tiempo a los protagonistas del relato, que por las decisiones que toman, nos permiten seguir conectados desde la primera página hasta la 347 del libro.
“En 1939, cuando Polonia cae ante los nazis, los padres de Alma Belasco la envían a vivir a casa de unos tíos en San Francisco. Allí, la muchacha conoce a Ichimei Fukuda – el hijo del jardinero japonés de la familia -, con quien inicia un apasionado romance. Sin embargo, los amantes deberán separarse tras el ataque a Pearl Harbor, cuando Ichimei sea trasladado a un campo de internamiento. En el convulso siglo que les toca vivir, su amor permanecerá en secreto durante casi setenta años, hasta que Alma lo desvele en la residencia donde pasa el final de su larga vida” este es el párrafo que encontrarán en la versión Debolsillo en la contraportada del libro y que resume de una eficiente manera la historia de Alma y de Ichimei.
Evocar sucesos históricos, como fue el caso del traslado de toda la familia de Ichemei a un campo apartado de todos, a pesar, incluso, que parte de la familia había nacido en Estados Unidos, fue un suceso nuevo para mi. El trato, la manera en que se organizaron y la poca comunicación que podían tener con las personas externas al lugar, fue solo una pequeña parte de la historia del amante japonés. La tradición familiar, las costumbres de la época y la idea de pensar y actuar distinto de Alma, me conecta con varias historias de Allende, la autora.
El amor incondicional entre los personajes, pareciera inverosímil, sobre todo antes de que nos cuenten el desenlace de la historia. Por ejemplo el amor de Nathaniel y su prima Alma, el de Seth por Irina Bazili y qué decir del amor mutuo desde pequeños de Ichemei y Alma.
La generación de la familia Belasco contada por un narrador omnisciente y cada capítulo es de un personaje de la familia. Además, en presente nos cuenta cómo vive sus últimos días de vida Alma en Lark House, donde aparecen unos personajes importantes para la historia.
¿Qué me llevo yo de esta historia?
Estos personajes me hacen pensar en cómo deciden pasar los últimos días de vida algunas personas. Muchos con resignación se alejan y comparten los pocos instantes que les quedan con desconocidos, que terminan, muchas veces, siendo los más apreciados y queridos. Prefieren no molestar a sus familiares y dejar todo en manos de doctores, enfermeras y personal administrativo experto en cuidados para la vejez. Disfrutar sus últimos días haciendo lo que les gusta, o simplemente, compartiendo y conociendo las historias de otros, lo que la memoria les permite contar.
Les dejo esta frase para que se antojen de leer el libro:
“Nuestra separación es dolorosa. Estamos acostumbrados a nuestros jueves sagrados, las cenas privadas, los paseos en el parque, las breves aventuras de un fin de semana. ¿Por qué el mundo me parece desteñido? Los sonidos me llegan de lejos, como en sordina, la comida sabe a jabón. ¡Tantos meses sin vernos! Compré tu colonia para sentir tu olor. Me consuelo escribiendo poesía, que un día te daré porque es para ti…” Ichi 18 de julio de 1984. Pág. 323.