Estaba muy contenta con el nuevo trabajo y como todo el mundo, quería disfrutar de lo que iba a hacer y por supuesto, ganar buen dinero. Cuando no conoces a nadie es más fácil lograr llegar a tener una buena conexión con las personas del trabajo, porque nadie ha hablado de ti y las únicas referencias que llevas, son de personas que te aprecian y saben que has hecho un buen trabajo, en últimas, somos nosotros quienes las escogemos para poner en nuestra hoja de vida.
Así llegué a un puesto de trabajo que exigía mucho de mi, no solo por la distancia que debía recorrer para llegar, ni por el horario que tenía que cumplir, sino por la función que desempeñaba. Allí me encontré con un jefe inmediato que explicaba siempre con el tablero a la mano, por algún motivo renunció y subió una mujer al cargo. El trabajo y liderazgo de esta mujer era muy bueno, sin embargo, cuando tuve que afrontar un problema con ella, no estuve de acuerdo con su proceder. Un docente que estaba a mi cargo no cumplía con lo mínimo que se pedía en el programa (subir notas a tiempo, entregar actas y formatos al programa, asistir puntual a las reuniones, entre otras) debo confesar que mi decisión de no renovarle el contrato al siguiente semestre no tenía nada que ver con lo anterior, mi principal motivo era que hacía comentarios en donde las estudiantes se sentían incómodas y excluidas; recibí quejas de ellas y de sus compañeros, recuerdo que me contaban que decía: “no mamita, usted no puede manejar la consola de radio porque ese trabajo es complicado, es para hombres”, “María mejor usted vaya y se arregla porque las mujeres son solo imagen, aquí el trabajo duro lo hacen los hombres, siempre ha sido así” y otros comentarios por el estilo. Ellas me decían que él se reía y decía que eran bromas que no lo tomaran en serio, pero las estudiantes se incomodaban en su clase. Luego, un estudiante me contó que él estaba saliendo con una estudiante y pues esto me pareció peligroso.
El programa era nuevo, tenía pocos estudiantes, aun no había salido la primera promoción, así que el reto era grande, una de las misiones que tenía como coordinadora era lograr que la universidad comprara equipos y acondicionara el estudio de televisión y radio, ya que esas clases se tomaban en salones comunes y el mismo profesor traía de su lugar de trabajo los equipos para poder dictar su clase. Este profesor, vivía muy cerca al trabajo, tenía un contrato con una emisora comunitaria y era conocido por todos los políticos de turno. Muchos de los estudiantes pasaban a hacer sus prácticas o a trabajar en la emisora y eso era positivo para el programa.
Cuando mi jefa vio que en la programación del próximo semestre no estaba el docente, me citó al siguiente día, muy temprano a su oficina para hablar del tema y cuando llegué, encontré al docente sentado junto a ella. Me sentí muy mal, incómoda y algo decepcionada. Él por supuesto tenía una actitud de victoria, esa actitud que da el respaldo de alguien. Me pidió mi jefa que explicara las razones por las que no quería contratar al profesor. Con papeles en mano las expliqué y ella hizo una sonrisa, me dijo: Diana, tú tienes que aprender a ser estratégica, no te das cuenta de todo el beneficio que tiene la universidad al tener un profesor como él. No recuerdo qué fue lo que dijo él, supongo que agradeció la confianza a mi jefa y se fue, yo me quedé sentada allí, porque así lo pidió mi jefa y me dijo, “tranquila, ya hablé con él y va a cumplir con todo lo que te ha faltado durante el semestre, ya te puedes ir, por favor inclúyelo en la planta docente de nuevo”.
Sentí que se equivocaba mi jefa y yo no pude hacer nada para comprobar que cometía un error. Después de ese semestre mi jefa subió de cargo y dejó como propuesta para director al profesor que no quería cumplir con sus obligaciones y que pensaba que las estudiantes eran buenas solo como imagen. Si, ahora él era mi jefe y por supuesto, los dos años felices que pasé en mi cargo, en pocas semanas se convirtieron en una de las peores experiencias laborales.
Había tenido antes, un jefe acosador, que cada vez que tenía la oportunidad me preguntaba cuándo iba a posar para él para que me dibujara desnuda y con firmeza tuve que enfrentarlo, aun sabiendo, que me podía despedir, afortunadamente lo entendió y mi retiro de ese trabajo fue por otro motivo. Después de este trabajo, también tuve otro jefe acosador, le enviaba mensajes a una compañera pidiéndole que se acostara con él, pero cuando estábamos en el trabajo, era otra persona, muy respetuoso y nunca le insinuaba nada, fue extraño, incluso llegué a pensar que quien escribió los mensajes era otra persona, con él trabajé dos años largos. Y mi última experiencia laboral desastrosa fue con una mujer que admiraba mucho, hasta que me di cuenta que su ego era dañino para todos los que trabajamos allí. Una de las cosas que dañó el ambiente laboral fue su idea de que todo debía pasar por su aprobación, es más, ella hace el trabajo de muchas personas, incluyendo el de su propio jefe. Desprestigia a las personas con una falsa verdad, acomoda los hechos y hace que todos veamos que ella tiene la razón. Una vez le dije que ella era la mejor jefa que había tenido, en ese momento era sincera, era real lo que decía, porque hasta ese momento las dos nos llevábamos muy bien. Cometí el “error” de no contarle parte de las decisiones que tenía que tomar en el cargo que me había asignado, ahí perdí toda su confianza, a los pocos meses me despidieron, pero esta historia amerita un texto a parte.
Continuemos con la historia de mi anterior trabajo. Un día, me llamó la coordinadora académica a su oficina y con un acta de más o menos cuatro páginas me decían que por incumplimiento a mis labores el director había tomado la decisión de que yo no fuera coordinadora y que pasaba a docente de tiempo completo. Después de mi sorpresa, le dije que yo no iba a firmar hasta no leer bien lo que decía el acta, salí de la oficina y le pregunté a mis compañeros que cómo se procedía en ese caso. Leímos el estatuto docente y en resumen decía que yo podía responder a cada uno de los puntos con argumentos y que eso debía pasar a la sede principal para que se revisara el caso, así que todo el día me dedique a responder el acta con cifras, fotografías y muchos argumentos. Al finalizar la jornada le entregué el documento a la coordinadora y le dije que esperaba respuesta de la sede principal. Esa noche, me llamó mi jefe a su oficina y me dijo que él no sabía por qué la coordinadora había hecho eso, que él no había dado la orden y rompió el acta frente a mi.
Esos meses fueron terribles, cada vez que nos reuníamos todos los coordinadores con él, hablaba mal del programa, insistía en que bajo su dirección todo iba a mejorar y cuando yo no estaba, hablaba mal de mi gestión, o por lo menos eso me contaban mis compañeros. Me exigió que contratara amigos de él que no tenían el perfil para las asignaturas del programa y hacía bromas refiriéndose a lo incumplido que había sido como profesor y que ahora era mi jefe, su doble sentido y lo que parecían bromas, me hacían sentir muy incómoda. En las reuniones le argumentaba, le hacía ver que lo que decía no era correcto y eso le molestaba mucho. Un día me dijo que había hablado con el director de otra regional para que yo fuera a trabajar allá, porque necesitaban una persona como yo para coordinar tres programas y que yo tenía la opción de renunciar o irme a esa regional, de lo contrario haría que me despidieran porque según él, yo había cometido un error grave, le había dado cupo a un estudiante con tercera pérdida académica sin que ese caso pasara por comité. No tuve tiempo de revisar si lo que decía era cierto, debía irme a la otra regional, allí tendría como jefe a un ex compañero, quien había tomado el liderazgo en esa regional, eso no me disgustó, la verdad, lo que me enfureció fue la forma en la que logró sacarme del programa.
Antes de irme al otro lado, pedí una cita con el rector de la regional, con el fin de que conociera mi versión, seguro mi jefe le había dado la de él y yo quería ser escuchada. Después de que le conté todo, la respuesta del rector fue: “yo creo que tu te sientes mal porque tu fuiste su jefe y ahora los papeles se cambiaron, deja esa historia atrás” salí desilusionada, las injusticias de este jefe estaban justificadas por los jefes de él. Estaba sola.
Después de unos años, cambié de trabajo, aunque mis compañeros me hablaban de él y me decían que él se aprovechaba de los profesores, que les pedía que le hicieran trabajos para que los presentara a un doctorado que la universidad le había pedido que tomara, que hacía contratos con políticos y que realmente quienes hacían el trabajo eran coordinadores y profesores de la universidad (los políticos se llevaban el dinero y los profes la carga laboral), que trataba muy mal a las mujeres, que la estudiante que era su novia se había graduado y ahora trabajaba en la universidad en un buen cargo, quise desconectarme completamente del lugar y tomé distancia. Un día recibí el mensaje de un compañero diciéndome que si podía declarar todo lo que me había pasado cuando este personaje había sido mi jefe y cuando yo había sido jefa de él, ante el nuevo rector, porque al parecer le habían llegado algunos comentarios y quería tomar la decisión de despedirlo, por supuesto yo no acepté, siento que hablé en el momento que debía y no me escucharon mis jefes, ahora mi historia ya era parte del pasado y no quería retomarla. Sin embargo, mis compañeros que habían vivido de cerca todo lo que me había pasado, sí hablaron, le contaron todo y lo despidieron sin derecho a sacar nada de la oficina, por supuesto la razón no fue por lo que me había hecho, eso ayudó, pero este personaje solito había dejado rastros de su mal comportamiento como ser humano.
Yo me he sentido muy defraudada con algunos jefes y quienes los apoyaron, y rezaba que mi siguiente jefe no fuera igual, en algunos casos funcionó, en otros no tanto. En algún momento dije que no importa quién suba al cargo o esté en el cargo, porque igual me iba a decepcionar, muchas veces preferí ignorar lo que pasaba con mis otros compañeros, los malos tratos y decisiones en las que no estaba de acuerdo, y callaba, solo porque no era conmigo, porque yo igual recibía mi pago y mi familia y yo estábamos bien, incluso, envidié a los compañeros que tomaban la decisión de retirarse de la empresa o irse del país, porque así ya no tendrían que sufrir el maltrato de su jefe. Me siento muy mal por esa actitud, no creo que debamos ser conformistas y que dejemos solas a las personas que no la están pasando bien.
Y a pesar de la experiencia con esos jefes y jefas, durante estos años también reconozco que he tenido jefes maravillosos, no solo por su buen trato, sino porque reconocen que el trabajo en equipo es muy importante, no se las dan de que saben todo y sin ellos las cosas no funcionan, tienen la empresa en su cabeza y aun así reconocen que para ellos lo más importante es la confianza en el equipo de trabajo, las decisiones que puedan tomar para beneficiar la empresa y por quienes trabajamos, en mi caso, los estudiantes. He tenido jefes que escuchan, confían y de quienes se aprende, y me permito nombrarlos con cariño y agradecimiento: Antonio, Arturo, Álvaro, Edgar, Jaime, María Isabel, Andrea y Corina.
Me pregunto qué pasaría si a los empleados nos permitieran escoger a nuestro jefe, estoy segura que de igual manera, revisaríamos sus propuestas, no solo las leeríamos, sino que también las escucharíamos, revisaríamos su historial académico, laboral y personal, como lo hacen ellos cuando nos emplean. Pero también estoy segura que yo elegiría un jefe que me garantice la permanencia en mi puesto, que me haga sentir segura y donde su trato sea el mejor, es decir, como lo dicen actualmente, tenga inteligencia emocional. (Teniendo en cuenta mi anterior experiencia laboral, creo que esto sería fundamental para escoger el jefe con el que trabajaría feliz)
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Como colombianos y colombianas tenemos un poder que no nos dan en las empresas (a menos que mi lector o lectora tenga un cargo muy alto en su trabajo) elegir un jefe, el líder que con sus conocimientos logrará corregir todo lo que han hecho mal los anteriores jefes. Por supuesto, entiendo que para muchos y muchas la desilusión del trabajo realizado por los otros jefes, no les den ganas de salir a elegir, pero tenemos una oportunidad que no podemos desaprovechar, hacer parte de un cambio histórico.
Aquí unas sugerencias que hago para que se animen a votar:
1. Estos candidatos a jefes de Colombia presentan una propuesta de trabajo, nuestro deber es leerlas, mirar cuáles pueden ser viables, seguramente con algunas dudaremos y con seguridad pensaremos que no las van a cumplir (porque históricamente nos han mentido) por eso no basta con que nos las cuenten en una página web, (aquí un link que les puede interesar https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-61611835) sino que también nos las expliquen,
2. Escuchen los debates. Si no asisten, vean las entrevistas que les han realizado algunos medios.
3. Nosotros también podemos preguntar y para eso hay espacios oficiales donde nos escuchan (redes sociales).
4. Conozcan su historia. Ellos no llegan nuevos al poder, los dos candidatos tienen historia, así que no es suficiente con las referencias de sus conocidos (los que hablan bien de ellos) debemos mirar su actuar y proceder.
Si no están de acuerdo con ninguna propuesta y después de conocer su historia, no sienten que los pueda representar y que el país no merece esas dos únicas propuestas que tenemos, entonces, sugiero que voten en blanco, jamás por el “menos peor” porque estaríamos haciendo lo que hacen muchas empresas, dejando que lidere una persona que es buena para una cosa, pero pésima para el resto.
Muchos de nosotros no haremos parte del equipo de este jefe, pero, sí nos vamos a beneficiar con su gestión. Con el anterior líder fue un desastre, las cifras no mienten y durante años, quienes subieron al poder han tomado decisiones terribles para algunos colombianos y colombianas, esos que han sido ignorados históricamente y a quienes las decisiones políticas no los han beneficiado, hablo de los campesinos, los indígenas, los jóvenes y las mujeres sin oportunidades; para muchos son minoría y no tan importantes, esas colombianas y colombianos están votando por las personas que creen en ellos, que han pensado su plan de gobierno teniendo en cuenta su voz, pero no es suficiente, necesitan del voto de los que estamos bien, de los que tenemos trabajo, de los que tenemos buena salud, la oportunidad de viajar y otros beneficios por los que hemos trabajado con nuestro esfuerzo. No los dejemos solos, esta es la oportunidad de hacer algo por ellos, y un voto, ayudará a que estas personas tengan una mejor calidad de vida. Si están cómodos, si tienen lo básico para vivir bien, por favor no ignoren las necesidades de otros que no tienen sus privilegios, pensemos en colectivo.
Por mi parte, quiero estar segura de que la persona que suba, cumpla con estos tres puntos fundamentales: su proyecto vaya encaminado a mejorar la situación de las personas olvidadas durante años, tenga claro que el medio ambiente y la educación no son moda o un ítem más para poner en la propuesta, sino que su proyecto sea sólido y lo más importante, que tenga inteligencia emocional.
Mi voto es por Francia y Petro.
Wow que historia! Me alegra mucho leerte, me alegra mucho que cada vez la voz líder de la mujer se abra paso con valor, argumentos, historias y experiencias, muchas veces no gratas pero que cada vez más salen del cuarto de San Alejo para exponerse a la luz. Compartimos memorias si de abusos de poder en muchos ámbitos, recuerdo un profe de la u, Jesús se llamaba que hacia bromas a las mujeres de la clase muy por el estilo de lo que cuentas, también otro jefe que tuve que abiertamente me declaró su amor diciéndome que primero que todo era casado y al recibir mi rechazo me hizo la vida imposible, otro que se pasó de liso con los abrazos, otro que me decía que se sentía muy solo y así…hasta hace poco en otra reunión escuchaba historias sobre otros de los andes, también he dado con líderes muy buenos colaboradores y puestos en su sitio. Más allá de nuestras historias personales que como bien dices hacen parte del pasado es muy reconfortante saber que estamos cambiando de adentro hacia fuera y que tenemos la oportunidad de elegir como ciudadanos y personas cual es la otra historia que queremos vivir. Gracias Diana por tu hermosa labor! Abrazo de Osa.
Gracias Angie, es necesario contar estas historias y aprender de ellas. Muy pertinente tu comentario. Otro abrazo para ti.
Totalmente de acuerdo contigo Dianita… Y muy contento de leerte…